La vida misionera es un premio que nos ha dado Dios
- On 17 de noviembre de 2025
OMPRESS-ECUADOR (17-11-25) Las Hijas de María Auxiliadora, las salesianas comparten el testimonio de la hermana Consuelo Chiriboga que, desde hace 45 años vive entre el pueblo Shuar de la selva ecuatoriana, el mismo lugar donde vivió la misión la recientemente canonizada Sor María Troncatti.
El testimonio en vídeo, disponible aquí en Youtube, forma parte de una iniciativa de las salesianas para dar a conocer testimonios como los de la hermana Consuelo e iniciativas que muestran la misión de estas religiosas en el mundo. Se trata de CommTalks, y el testimonio de esta misionera es el número 14.
“Por gracia de Dios y con la ayuda de mis superioras he podido vivir mis 45 años como misionera en la selva ecuatoriana”, dice la hermana Consuelo en su testimonio. Recuerda haber sentido la vocación misionera cuando estaba en el colegio, al ver a las salesianas de Junín, en Perú, donde estudiaba. A Consuelo le impresionó su alegría y el trabajo que realizaban para las misiones. “Desde mi primera profesión pedí a mis superioras que me enviaran a la misión, pero sobre todo oraba para poder llegar al pueblo Shuar, para conocer a la gente, para apoyarla, para tenderle una mano”.
Su deseo fue escuchado y en 1977 entró por primera vez en Yaupi, en la frontera con Perú: “La única forma de llegar era con un pequeño avión o simplemente a pie, en más de un día. Pero nosotras estábamos allí, contentas, felices, cuatro hermanas, y entre ellas tengo un gran recuerdo, un recuerdo muy especial de una hermana que fue mi directora en aquel período: sor Rosita Vargas, que trabajaba con entusiasmo, hacía de doctora, diría casi como sor María Troncatti”.
La religiosa salesiana cuenta que, a pesar de las incomodidades, para ella “ha sido una vida hermosa, donde la selva te ayuda a orar, te dice esa cercanía que tienes con Dios y donde sientes con mayor fuerza dos necesidades fundamentales: la de vivir con Dios, con la Virgen madre y vivir bien en la comunidad”. Dos “ejes” eran fundamentales para ella en esta misión: la instrucción –que considera fundamental para el crecimiento y el desarrollo de los pueblos, sobre todo estos de la Amazonía– y la evangelización, para darles a conocer a Jesús y llevarlos a Él. Además, la Comunidad tenía un Colegio que acogía a unas 100 estudiantes: “los días se dividían entre clases y trabajo para las jóvenes”.
“Ahora, para mí, ser misionera entre los Shuar significa ser persona de oración, de dedicación, de sacrificio”. Ser también una persona preparada, lista para afrontar cualquier obstáculo que se presente, pero sobre todo –dice– “una de las cosas fundamentales, según mi opinión, es amar a las personas. Ante todo, amarnos entre nosotras como hermanas. Luego, amar a este pueblo Shuar, que tiene sus dificultades, sus problemas, pero que requiere de nuestra parte respeto, mucho respeto”. A este respecto, explica el significado para ella de la palabra “inculturación”: “Es llevar el Evangelio a su cultura, llevar lo que Jesús nos dice a la gente. Que acepten a Jesús y en la vida sean personas buenas, personas que trabajan, personas que hacen el bien”. Concluyendo su testimonio, la hermana Consuelo expresa la alegría de ser misionera: “Para mí la vida misionera es hermosa, es un premio de Dios, que hemos obtenido sin merecerlo, porque Dios está siempre en nuestro corazón, como el amor por María Auxiliadora, que nos hace caminar tomándonos de la mano”. E invita a todos “a amar. Nuestra misión la cumplimos desde el lugar donde nos encontramos, y si tenemos la suerte y la oportunidad de estar en la selva, es lo más hermoso. Entregamos a Dios todo lo que somos, todo lo que podemos, con el alma, la vida y el corazón, y esperamos que esta tierra del Vicariato Apostólico de Méndez sea bendecida por nuestra nueva Santa, Sor María Troncatti”.
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