La última carta de Navidad del misionero italiano secuestrado

  • On 19 de septiembre de 2018

OMPRESS-NÍGER (19-09-18) El 23 de diciembre del año pasado, el misionero Pier Luigi Macalli, secuestrado en la noche del lunes al parecer por yihadistas islámicos, enviaba una carta a sus hermanos de la Sociedad de Misiones Africanas. Su título, “Las sorpresas de Dios”, refleja el cariño de este misionero, que se deja sorprender por la fortaleza, la fe y la fuerza del pueblo de Níger, representada por una niña enferma de corazón, Dawa, y sus padres:

“Cuántas veces he dicho y he predicado que Dios es imprevisible. Nos sorprende y es siempre nuevo. Pero esta vez me ha descolocado por completo. Nunca, nunca, habría esperado que fuera tan sorprendente.

Le había dicho que iría a Italia para someterse a una operación de corazón que no se podía llevar a cabo en Níger y, al mismo tiempo, que habría celebrado la Navidad lejos. Pero no pensaba que fuera tan… lejos.

Se fue al cielo el pasado 11 de diciembre, a un mes exacto de su partida de Niamey. Todos esperábamos que en el hospital Niño Jesús de Roma tuviera los cuidados necesarios y una operación de corazón indispensable para darle una esperanza de vida que de otro forma sería improbable.

Dawa Myriam se ha ido a festejar la Navidad al cielo. Se le había escuchado y también lo había dicho por teléfono la última vez que hemos hablado, junto a sus padres llegados a la aldea para poder hablar con ella: ‘Mañana vuelvo a casa’. Esa misma noche, su salud se ha degradado irreversiblemente y se ha ido como un ángel. Sólo tras su muerte se ha podido saber que una grave enfermedad autoinmune minaba desde hacía tiempo su existencia.

Esperábamos tanto que este viaje fuese una oportunidad para ella, aunque flotara una sombra de duda, de la que sus padres eran muy conscientes… ¡quizá más que yo! Su mamá me lo ha repetido muchas veces: ‘Está en las manos de Dios, si Él quiere volverá’. Así ha vuelto de donde había venido: ‘a-Dios’ mi pequeña reina, como solía llamar en lengua local.

Dawa Myriam quería volver para Navidad con nosotros, había pedido que le guardáramos el vestido y el plato principal de la fiesta. Para mi sorpresa, después de la misa de la noche de Navidad, el catequista me puso en la mano 5 francos: ‘De parte del papá de Dawa para la fiesta de Navidad’. La fiesta en África es siempre especial. Y este año celebré el día de Navidad precisamente en su aldea de Linlingu.

Las paredes de la capilla han vibrado al ritmo de los tam-tams y la danza. No hubo luces ni decoraciones especiales, pero mucha alegría y canciones de fiesta. Un pueblo de gente sencilla que vive de cosas sencillas. En este belén viviente, he querido que se viera también el misterio de la Navidad. Así que se sentaron al lado del altar dos padres jóvenes con su pequeño hijo Joël de solo dos semanas. Es una coincidencia que naciera en la mañana del 11 de diciembre que fue para Myriam el último día de su vida en esta tierra. Después de invocar a los santos y a los amigos del cielo, Joel fue bautizado y acogido con satisfacción, entre aplausos, por la gran familia de creyentes.

El lienzo de la vida es un tejido de dos hilos: alegrías y tristezas. Los padres de Joël habían perdido a Raphaël el año anterior; murió antes de llegar al año de vida. La alegría de la Navidad no borra el misterio del dolor, sino que lo asume y lo regenera. En Navidad renace la esperanza que sostiene en su mano a sus hermanas mayores, la fe y el amor.

Solo los pastores escucharon a los ángeles cantar en el cielo en la víspera de Navidad, pero muchos han escuchado el dolor roto de las mujeres de Belén que lloraban por los santos inocentes. Navidad entre lágrimas de alegría y dolor que se funden en un único abrazo, en el río de la vida.

Esta es la vida en misión: una trama de experiencias y emociones fuertes que cuentan la belleza de la aventura humana, que incluso Dios ha querido compartir y abrazar”.

 

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