La parábola del bonsái
- On 12 de junio de 2023
OMPRESS-LEÓN (12-06-23) El misionero dominico Manuel Uña escribe con motivo de su 88 cumpleaños, celebrado el pasado sábado 10 de junio, una simpática carta con el título “La Parábola del Bonsái”. El religioso dominico, nacido en Tandemézar, provincia de Zamora, ha vivido en Cuba desde 1993. Su carta son reflexiones de un misionero “retirado”. Su destino actual, la residencia La Virgen del Camino, León.
“Sigo caminando por esta calle de ‘sentido único’ que es la vida, y me doy cuenta que mi corazón, el día 10 de junio, arriba a los 88 años de edad rebosando gratitud. Es este un cumpleaños singular por primera vez, en tres décadas, lo celebro en mi tierra, al amparo de la Virgen del Camino, donde me encuentro desde hace dos meses, junto a otros hermanos, ancianos como yo. En esta hora me siento feliz, al igual que fui feliz en el Nuevo Mundo, compartiendo con las personas que han confiado en mí, dándome cuenta, una vez más, que lo nuestro es integrar. ¡Cuánto bien me habéis hecho todos! Los de allá y los de acá.
En septiembre, con billete de ida y vuelta, viajé desde La Habana hasta Madrid, como cada año Al salir de San Juan de Letrán pensé que regresaría a los dos meses, pero tuvimos que cancelar lo programado. Los dominicos, cuando fueron a América consigo llevaron sus libros yo, regresé sin ellos, pero con la gratitud en el alma como equipaje.
Ahora, me encuentro estrenando una nueva etapa, con un ritmo diferente, disfrutando el tiempo extra que Dios me concede, y en mi memoria renace el recuerdo de un bonsái. Les cuento su historia: este pequeño árbol, elaborado con imaginación artesanal, fue obsequio de una alumna del Centro Fr Bartolomé de las Casas, en vísperas de su graduación, hace aproximadamente 20 años. Con dicho gesto quería expresar su gratitud por haber experimentado el ‘microclima de Letrán’, aludiendo al respeto y los valores que se cultivan allí y que le hacían sentirse como a la sombra de un árbol, resguardada del intenso calor del verano. El Centro es hijo del Aula Fr Bartolomé de las Casas y surgió como un sueño compartido con mis hermanos en la comunidad de Letrán, el año 1998.
No puedo dejar de mencionar a mi fiel amigo y gran gestor Nelson la Serna, pieza clave de estos proyectos; a la profesora Nancy Sotelo, tan competente e incondicional colaboradora; a Fr Jesús Espeja, OP que se ofreció para quedarse por 4 años al frente, cuando tuve que ausentarme en el año 2000; a Fernando Acosta y Rosita Granda, por su labor oculta y eficaz en la secretaría.
Paso a paso, respetando el paso de todos, Letrán se convirtió en la ‘Casa Cuba’, en el buen sitio donde las diferencias no fueron obstáculo para el cultivo de los más genuinos valores humanos
El bonsái nos recuerda el valor de lo pequeño Todo árbol comienza siendo un brote insignificante, pero cargado de vida y futuro Vienen a mi memoria los postulantes, con los que compartí durante el último año en La Habana: Lázaro Yoerlis, Amed Enrique y Frisky. A ellos les digo que no tengan prisa, el tiempo de dar frutos llega después de aprender a ser personas, primero hay que crecer hacia abajo y hacia dentro. Caminando se tarda más, pero se llega más lejos.
Por favor, ¡no cierren la puerta! Necesité traerme el bastón que me ayuda a caminar, les dejo de recuerdo un bonsái. ¡Es signo de lo germinal! De lo que ha ido brotando sin forzar nada, acogiendo, escuchando, acompañando, respetando. El bien crece por sí mismo.
Es lo que veo también aquí, en la Residencia donde me encuentro. La Orden ha pensado en quienes han regalado su juventud y muchos años de su vida en la misión y en el servicio. Cuántos detalles de cuidado y de amor recibimos; al final lo que queda es la ternura, y este es el arte que modela toda obra bella y acabada. Lo mejor de esta casa es lo humano.
Hoy, contemplando las vastas llanuras de Castilla, me vuelvo al Señor, y le agradezco tanta vida buena que me ha regalado. Todo es gracia, y gracia es escuchar esta llamada interior a detenerme en lo positivo, en la novedad que nos trae cada amanecer.
De este modo no permito que el ‘viejo’ entre en mí, trayendo la nostalgia, el desencanto, la rutina, la falta de ilusión, en palabras de Clint Eastwood. Es agradable envejecer permaneciendo abiertos a lo nuevo y activos para sembrar el bien. Hasta el final.
Muchas gracias por la presencia de cada uno de vosotros en mi camino. Sois mi mejor regalo. Como el bonsái, disfrutemos sintiéndonos pequeños, aunque seamos mayores, para celebrar juntos la gran dicha de vivir y nuestra fraternidad”.