La niña ciega de Gaya: Maimuna, la más guapa

  • On 17 de enero de 2025

OMPRESS-NÍGER (17-01-25) Hace cinco años Rafael Marco, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas, visitó una escuelita para niños invidentes en Gaya, una localidad de Níger. Aquella visita le conmovió y con quienes llevaban la escuela idearon un proyecto para apoyar a estos niños, de familias muy humildes. En aquella primera visita una niña ciega le recitó la poesía “Mañana la luz”. Rafael escribió entonces: “Me conmueve. Se me han encogido las entrañas al escucharla, supongo que, además de emocionarme, me interpela. No sé qué decir, pero al salir al patio de la escuela, ese chamizo de cañas me ha parecido una catedral a la que pienso volver a rezar con frecuencia como solía hacerlo Jesús”.

Hoy, el misionero nos presenta a Maimuna –en realidad es ella misma la que se presenta–, una “una niña preciosa, vivaracha, sonriente de nuestro equipo de Zankey Handuriya que pone siempre un rayo de luz allí donde se encuentra, en el grupo de niños con los que está hablando, en el recreo… “Esta niña me parece un modelo muy apropiado al inicio de este nuevo año”, dice Rafael.

“Me llamo Maimuna Issa, pero mis compañeros me llaman ‘Maimuna, la glotona’ porque es cuando me siento a la mesa que se me olvidan los problemas, no sé por qué. Tengo doce años y voy a la escuela inclusiva de Dosso, Níger, y hoy quiero hablaros un poco de mi vida, de mis pequeñas cosas sin aburriros demasiado.

Primero debo deciros que soy ciega de nacimiento, que nunca he visto la luz. Mis amigas me dicen que soy guapa, muy guapa. Para mí es una cosa que no tiene mucho sentido porque no me puedo imaginar cómo soy; de todas formas, si a alguien quiero parecerme es a mi padre y no a mi madre, que no se lo merece porque no tiene corazón. Dicen que los hijos son la bendición de los padres, pero para mi madre soy una maldición porque yo era ciega cuando me dio a luz. Es por eso que me abandonó cuando yo tenía dos años y eso nunca lo podré entender. Dicen que el corazón de una madre se parece al de Dios. Eso he oído; entonces, ¿por qué me abandonó? ¿Dios puede abandonar a sus hijos? Yo creía que un niño es la vida. ¿No era yo su hija?

Así es que soy ciega y huérfana; mi madre abandonó a mi padre a causa de mi ceguera. Eso me da mucha tristeza, por mi padre y por mí. Mi padre ha estado siempre a mi lado. En el pueblo me inscribió en la escuela y así me dio la posibilidad de aprender, tener amigos, estudiar con ellos, compartir todo con ellos. Con ellos jugaba y con ellos olvidaba mis preocupaciones.

Pero tengo que hablar de mi padre porque se lo merece. Mi padre es bueno, el único que me ha aceptado tal como soy y me ha querido como padre y madre porque ha hecho mucho por mí. Para que yo pudiese estudiar mi padre abandonó el pueblo donde vivíamos del campo y nos instalamos en casa de unos familiares. Él tuvo que trabajar en el mercado transportando paquetes y bultos de un lado para otro hasta que encontré esta nueva familia que me ha acogido, Zankey Handariya, y la escuela donde voy todas las mañanas. Ahora tengo nuevos amigos y voy a trabajar en la escuela todo lo que pueda para que mi padre esté orgulloso de mí.

A todos los que viven una situación como la mía les diría que no se preocupen, que la acepten como tal. Dios nos ha creado así, es un misterio, pero nos quiere y también ha creado personas buenas que hacen todo lo que pueden, como mi padre, para que seamos felices y podamos desarrollar nuestras capacidades. La ceguera puede ser un problema, pero nunca una maldición”.

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