La misión, llevar a cada uno el soplo fresco y vital del Espíritu
- On 9 de mayo de 2023
OMPRESS-ROMA (9-05-23) Ayer el Papa Francisco recibía en audiencia a los religiosos y religiosas espiritanos, con motivo de los 175 años de la refundación de la Congregación del Espíritu Santo, fruto de la fusión de dos congregaciones misioneras, la Congregación del Espíritu Santo, fundada en 1703 por Claudio Francisco Poullart, y la Sociedad del Sagrado Corazón de María, fundada en 1841 por Francisco Libermann.
El Papa Francisco valoraba cómo la historia misma de los espiritanos es un claro ejemplo de cómo el Espíritu Santo con su fuerza renueva todas las cosas “un joven diácono, con doce compañeros de seminario, impulsado por el Espíritu, se lanza valientemente a una aventura inesperada. Renuncia a la perspectiva de un futuro tranquilo –podía ser un buen sacerdote de familia acomodada– por una misión aún por descubrir, exponiéndose a sacrificios, incomprensiones y oposiciones, con una salud muy frágil que lo llevará a una muerte prematura, incluso antes de poder ver coronado su sueño”. Los espiritanos abrazaron diversos apostolados y “también el anuncio ad gentes en diversas partes del mundo”. Una historia bella y rica hasta 1848, cuando el Espíritu Santo, recordaba el Papa, pide a la comunidad compartir sus frutos y “unirse a nuevos compañeros, los de la Sociedad del Sagrado Corazón de María, también ellos misioneros”.
Reconocía el Papa cómo la Providencia ha premiado su generosa y valiente docilidad al Espíritu: “estáis presentes en sesenta países de los cinco continentes, con unos dos mil seiscientos religiosos y la implicación de muchos laicos. Gracias a vuestra voluntad de cambio y a vuestra perseverancia habéis permanecido fieles al espíritu de vuestros orígenes: evangelizar a los pobres, aceptar misiones donde nadie más quiere ir, preferir el servicio a los más abandonados, respetar los pueblos y las culturas, formar al clero local y laicos para un desarrollo humano integral, todo ello en fraternidad y sencillez de vida y en asiduidad de oración”. Y les animaba a esto último: “Orad, no dejéis la oración. Y no solo oración formal, no, ¡orad! ¡Orar en serio! Lograréis así lo que el Venerable Libermann llamó una ‘unión práctica’ en el servicio, fruto de una docilidad habitual al Espíritu Santo y fundamento de toda misión”.
“Son muchos los hombres y mujeres que todavía necesitan del Evangelio”, les insistía el Papa Francisco, “no solo en las llamadas ‘tierras de misión’, sino también en el viejo y cansado Occidente”. Y haciendo referencia a su carisma les animaba a dejarse guiar por el Espíritu Santo “para llevar a cada uno el soplo fresco y vital de su Espíritu, que es el verdadero protagonista de la misión”, por eso, “dejad que os ilumine, que os dirija, que os empuje donde quiera, sin poner condiciones, sin excluir a nadie, porque es él quien sabe lo que se necesita en cada época y en cada momento”.