La misión es oxígeno para la vida cristiana
- On 12 de mayo de 2023
OMPRESS-ROMA (12-05-23) El Papa Francisco recibía ayer a los miembros de la Conferencia de Institutos Misioneros de Italia, con motivo de sus 50 años de creación. Una asociación que reúne a institutos que hacen de la misión ad gentes su carisma específico y a los que el Papa agradeció su servicio a la Iglesia italiana. Les dio las gracias por promover esta misión ad gentes y por ser “la voz de miles de hombres y mujeres, misioneros que, entregándose al anuncio de Cristo, hablan en realidad a todos de una dimensión de la vida cristiana, la dimensión misionera, propia de todo bautizado en virtud del Bautismo”.
El Papa, como en tantas otras ocasiones, volvió a recordar que “el anuncio para la Iglesia no es un ‘optional’ o un aspecto marginal, sino una dimensión vital, en cuanto ella ha nacido apostólica y misionera, plasmada por el Espíritu Santo como comunidad ‘en salida’. La misión es oxígeno para la vida cristiana, que sin ella enferma y se marchita y se vuelve fea, fea”. Los miembros de estos institutos, señalaba el Pontífice, han buscado precisamente llevar la misión a todos los ámbitos a través del intercambio de experiencias, la animación misionera de las comunidades locales, la sensibilización de los jóvenes en los seminarios, la animación vocacional, la sinergia con otras realidades eclesiales como Caritas o el mundo de la emigración.
Les recomendaba: “no dejéis de alimentar vuestra vida y vuestro apostolado con la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración. De hecho, la misión, como la comunión, es ante todo un misterio de gracia. No es obra nuestra, sino de Dios; no lo hacemos solos, sino movidos por el Espíritu y dóciles a su acción. Misión y comunión brotan de la oración, se modelan día a día por la escucha de la Palabra de Dios”.
Y les invitaba finalmente “a gastarse con compromiso, creatividad y generosidad, pero sin desanimarse si los resultados no se corresponden con las expectativas; dar lo mejor de uno mismo, sin escatimarse, pero luego encomendarlo todo con confianza a las manos del Padre; darlo todo, pero dejar que sea Él quien vuelva fecundos nuestros esfuerzos como Él quiera”.