La llegada a la misión de una joven misionera
- On 9 de septiembre de 2024
OMPRESS-PERÚ (9-09-24) La misionera Carmen Balguerías Amián ha escrito desde su nueva misión en Santa Clotilde, a la orilla del río Napo, en pleno región Amazónica del Perú, en el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas. Carmen comparte cómo ha sido esta “inmersión en la cultura naporuna”. Esta joven misionera participó antes de partir en una de las Tertulias de Supergesto que se puede ver aquí. La misión de Santa Clotilde, en Tacsha, abarca unas 30 comunidades cristianas. Carmen es la nueva incorporación de esta misión, enviada por OCASHA-Laicado misionero.
“Inmersión en la cultura naporuna. Así hemos bautizado nuestro aterrizaje en el Amazonas. Llevamos un mes intenso y totalmente inmersivo a la cultura naporuna (del río Napo). Entre semana nos quedamos en Santa Clotilde, puesto de misión a dos horas en lancha de Tacsha. Allí hemos estado al servicio de los misioneros de este puesto y aprendiendo de su funcionamiento a nivel pastoral y social pues el pueblo es parecido al nuestro.
Los fines de semana hemos podido estar en Tacsha para ir poco a poco entrando en la dinámica de nuestro pueblo. Estamos conociendo a las familias del pueblo, sus dificultades y sus anhelos de comunidad. Pues a pesar de ser un mismo puesto de misión, Tacsha se divide en tres capillas pequeñas de tres comunidades colindantes que no están tan unidas como creíamos. Esta realidad está influida por intereses de terceros sobre el terreno que generan división en la comunidad para aprovecharse de la riqueza del territorio.
Después de tres semanas a este ritmo, concluimos el mes de inmersión con la prueba de fuego, quizás muy atrevida para unos misioneros primerizos… Y es que hemos estado 10 días acompañando a la misionera laica polaca Dominik. Ella está en Angoteros, a 10h en bote desde Santa Clotilde, (y dos días de Iquitos). Lleva 42 años entregada al Amazonas peruano y no hay mejor guía que ella para entender lo que es ser un misionero en la selva. Su entrega, su interminable energía a pesar de sus años y sana locura han sido tremenda lección de vida y misión sobre cómo vivir entre la gente.
La hemos acompañado en su visita a 7 comunidades quichuas de las 15 que ella visita 2 veces al año. El objetivo de acompañarla era entender cómo se realizan estas visitas y conocer más de la realidad quichua. Nosotros tenemos 30 comunidades en Tacsha que también tendremos que visitar de la misma manera.
Así nos lanzamos rio arriba hacia la frontera con Ecuador a empezar la ruta. Llevamos un poco de comida: latas de atún, arroz, galletas saladas y poco más. Y hemos ido de comunidad en comunidad comiendo lo que nos ofrecen y compartiendo lo que teníamos, durmiendo en el suelo que nos ceden, duchándonos en el río o donde había agua de lluvia… con incomodidad pero con un sentido de confianza en la providencia y sencillez que marcan el carácter de esta misionera.
Las celebraciones en las comunidades duran entre 3-4h porque incluyen bautizos o bodas y se lanza un tema formativo determinado a la gente de la comunidad. Domi lidera todo esto con una energía y diversión que hace imposible no sentirte atraído a la reunión a través de la música, las bromas y la ingeniosa manera de conseguir que cada uno participe. Además, en este clima de confianza que se genera con la comunidad, los líderes del pueblo nos comparten sus fuertes problemáticas. Las comunidades viven en condiciones muy duras. Nos han compartido las amenazas y estafas que sufren desde varios costados: narcotráfico, minería ilegal que contamina su río, estafas de las empresas que no les pagan cuando los contratan, madereras…. Ha sido duro ver a gente tan sencilla y abusada. Y a la vez, cada pequeño detalle de su día a día es digno de celebrar. Los niños, que ahí abundan, han sido los protagonistas de este viaje con su alegría y avidez por aprender.
¿Y qué se puede hacer en una simple visita una o dos veces al año? Nada más que estar con la comunidad, compartir, escuchar y que sientan que no están olvidados.
Se me queda una frase que comentaba Domi en las comunidades: ‘Dios ha elegido a este pueblo para ser guardianes de uno de los mayores tesoros del planeta’. Y así es, estoy delante de personas elegidas y tan queridas por Dios que les ha dado el pulmón del mundo, el gran Amazonas.
Sin duda este mes nos ha dejado impactados y a la vez bien aterrizados en esta realidad. Una realidad de misión que te obliga a volver a lo esencial, a la misión de los primeros cristianos, a sentarte como Jesús con los pescadores y campesinos y compartir su palabra. Así Jesús me invita a descubrirle en lo pequeño, en lo sencillo.
Estoy feliz por todo lo que me espera y con ganas de asentarme ya en Tacsha y comenzar la misión, ¡y con ganas de deshacer la maleta del todo!”.