La llamada del Papa a una misionera
- On 6 de febrero de 2024
OMPRESS-HAITÍ (6-02-24) El Papa Francisco llamó por teléfono, el pasado sábado día 3 de febrero, a la hermana Paësie, misionera en Puerto Príncipe, Haití, desde 1999, sirviendo a los más desfavorecidos, agradeciendo y animando la labor que la hermana, conocida como “maman Soleil” lleva a cabo con los niños de este martirizado país.
El Papa, cuenta la hermana, “me dio un mensaje de aliento y me dio las gracias por estar con los niños. Me aseguró sus oraciones, lo que realmente me conmovió”, explica la hermana en una entrevista con Radio Vaticana. Para la misionera francesa fue “una gran sorpresa” recibir una llamada telefónica del Papa: “Lo que también me sorprendió de esa llamada fue la voz del Santo Padre: sentí una gran dulzura y amabilidad”.
La hermana Paësie revela que “inmediatamente” compartió la noticia con la comunidad, con el equipo y con algunos niños, lo que llevó “alegría y esperanza” a muchas personas. “El mensaje no fue únicamente para mí, fue realmente un gesto hacia los niños y las personas más pobres de Haití”, destacó. La hermana se dedica a los más necesitados en las favelas de Cité do Soleil, de ahí que la llamen “maman Soleil”. Es allí donde la Familia Kizito, una comunidad creada por la misionera, brinda apoyo a más de 2.500 niños.
“Desde hace varios años hay enfrentamientos entre grupos armados en las favelas”, explica, y añade que se han vuelto “cada vez más poderosos” y se pueden encontrar “prácticamente en todos los barrios de la capital y también en varias ciudades del interior”. Cuenta que “las personas viven con miedo de ser atacadas en cualquier momento. Cuando una banda invade un barrio, todos buscan salvarse. Vemos a gente corriendo con sus hijos. Se incendian casas y esto paraliza completamente las actividades del país”.
Seis religiosas de la Congregación de Santa Ana fueron secuestradas en Puerto Príncipe por hombres armados y liberadas días después. Preguntada por qué las bandas atacan a miembros de la Iglesia, que está del lado de los más frágiles, la misionera no duda en afirmar que los secuestros que tienen lugar en Puerto Príncipe “afectan a todos los niveles de la sociedad” y que, “en el caso de las seis hermanas, es difícil decirlo… No he tenido la sensación de que la Iglesia fuera un blanco específico. Actuaron con la esperanza de obtener un rescate. A veces esto puede depender del estilo de vida de las personas consagradas, sacerdotes o monjas”, dijo la hermana, que añadió que no se puede “generalizar”. Respecto al apoyo que presta la Iglesia, la misionera dice que muchas madres expresan su gratitud por el servicio: “Hace unos días unas madres me dijeron: Hermana, si no estuvieras con nosotros estaríamos todos muertos. Creo que estaban exagerando un poco, pero eso es lo que piensan, eso es lo que expresan”.
Y es que “a veces me llego a preguntar cómo la gente consigue sobrevivir varios días sin comer y privándose absolutamente de todo. El Señor está presente. Creo que la respuesta es esta: Él está ahí para ellos. Él puede estar presente a través de mí o de alguna otra manera. Pero Él nunca abandona a sus hijos”. La hermana explica que casi cada semana nuevos barrios son invadidos y miles de personas tienen que huir, sin poder regresar a sus hogares: “Muchas personas mueren intentando volver a casa”. Ahora además, “vemos gente durmiendo en la calle con sus hijos, algo que antes no existía en Puerto Príncipe”.