La levadura del Evangelio que los misioneros llevaron a México

  • On 7 de noviembre de 2025

OMPRESS-MÉXICO (7-11-25) Ayer comenzaba en la ciudad de Puebla de los Ángeles, el XVII Congreso Nacional Misionero de la Iglesia en México, con siete mil participantes. El Papa León XIV les ha enviado un mensaje animándoles a poner las manos en la masa del mundo. Bajo el lema “Discípulos Misioneros: Peregrinos de Esperanza Artesanos de Paz” el evento está organizado por la Archidiócesis de Puebla y las Obras Misionales Pontificias de México y se extenderá hasta este domingo 9 de noviembre.

En el mensaje que les ha hecho llegar y que se ha leído al inicio del Congreso, el Santo Padre manifestaba su alegría por la numerosa presencia y por el sostenimiento de “la obra misionera de la Iglesia a través de la oración perseverante, de los sacrificios asumidos y del apoyo espiritual y material que ofrecen”. Mencionando la parábola de la levadura del Evangelio de Mateo (13,33) recordó que así también sucedió en México: “La levadura del Evangelio llegó en manos de pocos misioneros”, mezclada con la harina nueva de un continente, “dio inicio al lento y admirable proceso de fermentación. El Evangelio no borró lo que encontró, sino que lo transformó. Toda la increíble riqueza de los habitantes de aquellas tierras –lenguas, símbolos, costumbres y esperanzas– fue amasada con la fe, hasta que el Evangelio echó raíces en sus corazones y floreció en obras de santidad y belleza únicas”.

En ese amanecer de la fe, añadía el Papa, “Dios le regaló a la Iglesia un signo de perfecta inculturación. En el Tepeyac, la Madre del verdadero Dios por quien se vive apareció como testimonio visible del amor con el que el Señor se hizo cercano a los habitantes de esas tierras, y de la respuesta creyente de un pueblo que levantó la mirada hacia su Salvador, decidido a acoger la invitación de nuestra Señor, como en Caná, de hacer todo lo que Él les dijera. El mensaje de Guadalupe se convirtió en impulso misionero”.

Donde los primeros evangelizadores “predicaron, prosperó la fe, y con ella la cultura, la educación y la caridad. Así, poco a poco la masa siguió fermentando y el Evangelio se hizo pan capaz de alimentar el hambre más profunda de ese pueblo”. León XIV menciona en su mensaje a uno de estos evangelizadores, el beato Juan de Palafox y Mendoza: “Recuerdo bien, cuando visité Puebla como Prior General de los Agustinos, cómo la figura del Beato seguía viva en la memoria poblana”. En la vida y escritos de Palafox se muestra que “el verdadero misionero no domina, sino que ama; no impone, sino que sirve; y no instrumentaliza la fe para obtener ventajas personales –ni materiales, ni de poder, ni de prestigio–, sino que reparte la fe como pan”.

Lanzaba un desafío a los participantes en este Congreso de Puebla: “el Señor los llama a ustedes, misioneros de hoy, a ser las manos de la Iglesia que coloquen la levadura del Resucitado en la masa de la historia, para que vuelva a fermentar la esperanza”. Porque, añadía el Santo Padre, “¡Hay que estar dispuestos a poner las manos en la masa del mundo! No es suficiente hablar de la harina sin ensuciarnos las manos; hay que tocarla –como decía el Crisóstomo–, mezclarse con ella, dejar que el Evangelio se funda con nuestras vidas hasta transformarlas desde dentro. Así crecerá el Reino, no por fuerza ni por número, sino por la paciencia de quienes, con fe y amor, siguen amasando junto a Dios”.

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