La Iglesia filipina recuerda al misionero Ewald Dinter
- On 19 de noviembre de 2025
OMPRESS-FILIPINAS (19-11-25) La Conferencia Episcopal Filipina ha rendido un homenaje al padre Ewald Dinter. Religioso del Verbo Divino, este misionero alemán fallecido el pasado viernes 14 de noviembre, era muy conocido en el país asiático por su labor y entrega a los pueblos indígenas. El padre Dinter falleció en el Hospital UST de Manila a los 88 años. Su fallecimiento ha tenido lugar dos días después de que el gobierno provincial de Mindoro Oriental, a unos 140 kilómetros al suroeste de Manila, lo honrara por tantos años de servicio a las comunidades indígenas, incluyendo la promoción de su educación y sus derechos sobre las tierras ancestrales, así como el fomento de una cultura de diálogo.
De 2010 a 2013 fue secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para los Pueblos Indígenas (ECIP), a la que aportó su larga experiencia misionera entre la etnia mangyan de Mindoro Oriental. Conocido por su humildad, su presencia amable y su solidaridad, vivió entre los mangyan, ganándose su confianza al tiempo que promovía el cuidado de su integridad cultural, la educación y la justicia social.
El padre Dinter nació en Steinwitz, en Silesia en 1937. Hizo sus votos religiosos en 1961 y fue ordenado sacerdote en 1965. Pocos años después llegaba a Filipinas. Fue párroco, rector y director espiritual de seminaristas. Fue elegido Superior Provincial de la congregación del Verbo Divino en 1979. En Mindoro, trabajó con el pueblo mangyan como sacerdote, educador y defensor de los derechos humanos. Vivió con la comunidad mangyan en el asentamiento de Panaytayan. Fundó el Centro Educativo Mangyan y fue su director. También fue nombrado vicario episcopal para las misiones mangyan y, posteriormente, se estableció la secretaría de las misiones mangyan en Calero, ciudad de Calapan. Por sus servicios a la comunidad, Dinter era ampliamente conocido como “el misionero mangyan”. Cuando asumió la dirección de la misión con el pueblo mangyan, modernizó sus métodos. En lugar de seguir “dando limosna” a los indígenas, les preguntó qué hacían y cuáles eran sus aspiraciones para el futuro. Los objetivos que estableció para la misión se basaron en lo que ellos le manifestaron. Querían escuelas para sus hijos. La misión construyó así 27 escuelas.
Desde el Vicariato Apostólico de Calapan, uno de los siete territorios de misión que todavía hay en Filipinas, también le rindieron homenaje por una vida “marcada por un servicio inquebrantable, y por la solidaridad y el amor a los marginados. Su manera amable de llegar a las comunidades mangyan, no para dominar, sino para escuchar, aprender y caminar con ellas, se ha convertido en un modelo brillante de lo que significa el verdadero discipulado misionero”, señaló el padre Edwin Gariguez, sacerdote del vicariato. “En las escuelas que ayudó a construir, en los jóvenes profesionales mangyan que se educaron con dignidad y orgullo, y en el respeto mutuo que cultivó entre culturas, deja un legado inconfundiblemente misionero”, añadió.

