La hermana María Adela, una mujer santa y buena

  • On 17 de diciembre de 2024

OMPRESS-MADRID (17-12-24) El pasado viernes fallecía la misionera comboniana María Adela González Rodríguez. Con una extensa vida misionera en México, Ecuador, Sudán de Sur y Kenia, han sido muchos los mensajes de condolencia, con el denominador común en ellos de dar gracias a Dios por haberla conocido. El pasado 3 de septiembre había llegado a Madrid desde Kenia con una salud muy delicada.

Nació el 15 de abril de 1941 en Tejerina, un pequeño pueblo de la provincia de León. Con veinte años partió con las Misioneras Combonianas a formarse a Italia, donde hizo su profesión religiosa el 3 de mayo de 1968. Tras un breve tiempo en la Casa General, fue enviada a Londres para estudiar inglés y prepararse profesionalmente como enfermera. En 1973 fue enviada a México, su primera misión. En México estuvo 20 años, en distintas comunidades. Su segundo destino fue Ecuador, donde pasó cuatro años. Tras tres años en España fue enviada a Sudán del Sur. Adela llegó con 60 años a Sudán del Sur donde trabajó sobre todo con los epilépticos. Ella contaba orgullosa que su trabajo supuso una mejora sustancial en la calidad de vida de estos enfermos y en la de la sociedad en general.

Durante 13 años trabajó en Sudán del Sur y en 2013 fue destinada a Kenia donde estuvo 7 años. Fueron años dedicados a las jóvenes en formación. Adela colaboró con distintas formadoras en la casa del postulantado de las Misioneras Combonianas en Kenia. Muchísimas de las hermanas africanas la recuerdan con mucho cariño. Con ella aprendieron muchas cosas de la vida comunitaria y, sobre todo, la cercanía a los más pobres en las chabelas de Kariobangi y Korogocho. En 2020 fue adscrita a la misión en Sudán del Sur, pero viviendo en Kenia, en la casa provincial que las hermanas de Sudán del Sur tienen allí. Ya por edad su responsabilidad era la de la acogida: acoger a hermanas que llegaban a la capital para cuidados médicos o bien para resolver problemas de documentos. En su vida ella tenía grabada una frase muy importante, “los pobres nos evangelizan”, y solía contar anécdotas que demostraban cómo la gente, en su sencillez y pobreza, mostraba su generosidad de mil maneras.

“Adela ha sido una persona de una gran sencillez, muy cercana y con un sentido del humor muy agudo, a pesar de las limitaciones de su avanzada edad”, cuentan sus hermanas de congregación. “En el trato que hemos tenido con ella en este tiempo hemos subrayado su educación, su trato amable con todas, su capacidad para aceptar todo sin quejarse y su alegría”.

En este vídeo grabado en abril se puede sentir su sencillez y su amor a la misión.

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