La fecunda tradición misionera de la diócesis de San Sebastián

  • On 13 de octubre de 2025

OMPRESS-SAN SEBASTIÁN (13-10-25) El obispo de San Sebastián, Mons. Fernando Prado Ayuso, CMF, escribe a sus fieles, con motivo del Domund del próximo 19 de octubre, para recordarles que la misión de todo cristiano no consiste solo en llevar palabras, sino sobre todo gestos de misericordia que hagan presente en el amor de Dios en la vida concreta de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

“Queridos hermanos y hermanas: Nos disponemos a celebrar el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) 2025 en el marco del Año Jubilar, bajo el lema ‘Misioneros de esperanza entre los pueblos’. El Santo Padre Francisco, de feliz memoria, nos recordaba que la esperanza es el gran mensaje que la Iglesia está llamada a ofrecer hoy al mundo, siguiendo las huellas de Cristo, ‘divino Misionero de la esperanza’ (cf. 1 Pe 1,3-4).

En un tiempo en el que tantas personas viven quizá desorientadas, golpeadas por la soledad, la violencia o la falta de sentido, la Iglesia nos invita a ser testigos y constructores de esperanza. Nuestra misión no consiste solo en llevar palabras, sino sobre todo gestos de misericordia, cercanía y fraternidad que hagan presente el amor de Dios en la vida concreta de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

El Jubileo de la Esperanza que estamos viviendo es una ocasión providencial para reavivar nuestra vocación misionera. Cristo, centro de la historia, nos envía a anunciar el Evangelio con la certeza de que su Resurrección es fuente inagotable de esperanza. ‘Pasó haciendo el bien’ (Hch 10, 38) y nos envía a prolongar su misma misión, inclinándonos ante los pobres, los enfermos, los ancianos y los descartados para ofrecerles ‘el aceite del consuelo y el vino de la esperanza’ (Prefacio de la Misa ‘Jesús, Buen Samaritano’).

En nuestra diócesis de San Sebastián llevamos en el corazón una fecunda tradición misionera. Muchos hermanos y hermanas de Gipuzkoa han entregado su vida en tierras de misión y siguen hoy compartiendo allí y aquí la esperanza de Cristo. Sigamos apoyando con nuestra oración, nuestro afecto y nuestra ayuda económica a quienes anuncian el Evangelio en los lugares más necesitados del mundo.

Pero no olvidemos que todos, en cualquier lugar, somos llamados a ser misioneros de esperanza: en la familia, en la vida laboral, en nuestras parroquias y comunidades. La misión comienza en el corazón y se hace vida en gestos cotidianos de caridad, de perdón, de fraternidad, de anuncio humilde y valiente del Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas: vivamos este DOMUND como una ocasión de gracia. Que María, Madre de la Esperanza, nos acompañe para ser, en medio de nuestro pueblo y hasta los confines de la tierra, testigos fieles y misioneros alegres de la esperanza del Evangelio. In Corde Matris”.

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