OMPRESS-BRASIL (6-06-23) Esa alegría es lo que llenaba, como misionero, a Joaquín Rojo Hernández, cuya misa de exequias se celebró ayer en la parroquia de São Benedito, en la diócesis brasileña de Barro do Piraí, una diócesis cercana a Río de Janeiro. Será enterrado en la cripta de la Iglesia. Este sacerdote cacereño dedicó medio siglo a la misión en Brasil. Tenía 86 años.

Nacido en 1936, en Valverde del Fresno, provincia de Cáceres, comenzó sus estudios eclesiásticos en el seminario de Coria-Cáceres. Se incorporó más tarde al Seminario Teológico Hispanoamericano, que formaba a los sacerdotes misioneros de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana. Formó parte de la séptima promoción de este seminario. Se ordenó el 21 de marzo de 1963. Partió para su primer destino el 7 de febrero de 1965 con destino a la diócesis de Nova Friburgo, Brasil. Estaría en esta diócesis hasta 1984. Desde entonces su tierra de misión fue Barra do Piraí.

En una visita a su diócesis natal, le preguntaban por qué no volvía: “Es una pregunta que me hace mucha gente, pero no ‘me encuentro’. Aquí la situación ha cambiado mucho. El heroísmo ahora es quedarse aquí. Aquellas comunidades son muy gratificantes”.

El anuncio de su fallecimiento por parte de la Parroquia de São Benedito muestra el cariño que le profesaba su comunidad: “Con gran tristeza la Parroquia de São Benedito anuncia la muerte de nuestro vicario parroquial, el padre Joaquim Rojo Hernández. Español de nacimiento, pero brasileño y Barrense de memoria, regresa a la Casa del Padre el domingo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, a la que siempre ha amado, confiado y anunciado. Pedimos al Señor que lo acoja en su infinita misericordia y Amor, y que reciba en el cielo la recompensa por su donación a la Iglesia, la vida misionera y los hermanos. Dejamos nuestro abrazo y cariño a todos los que, como nosotros, lo queremos – en especial a la Parroquia Santa Teresinha de Santanésia, donde sirvió y vivió durante tantos años”.