La alegría de vivir una experiencia de encuentro en Marruecos
- On 8 de mayo de 2024
OMPRESS-MARRUECOS (8-05-24) Del 27 de marzo al 1 de abril, durante la Semana Sana los Misioneros Javerianos invitaron a una Pascua Misionera del Encuentro en Marruecos. La propuesta era muy sencilla, “Jesús me lleva al encuentro con el otro”. La joven África Moreno vivió esta Pascua, que tuvo como centro la Iglesia San Francisco de Asís de Mdiq. Ella misma ha hecho un relato de lo que le ha supuesto vivir esta experiencia de encuentro, en el que la oración y la vivencia del Triduo Pascual se alternaron con encuentros de fe con hermanos y hermanas musulmanes que se puede leer íntegro aquí.
Cuenta primero cómo se le cruzó la oportunidad de vivir esta Pascua especial: Mi nombre es África y puedo decir que en mi nombre está grabada la historia de por qué estoy hoy aquí. Ahora tengo 28 años, y lo cierto es que desde bien pequeña he podido experimentar un inmenso amor. El primer amor que recuerdo, el de mi familia: el de mis padres, hermanos, abuelos… Y en esta historia, quiero citar de manera especial a mi abuelita Ascensión, porque gracias a ella empecé a ir a mis primeros campamentos en la parroquia. Allí es donde pude experimentar un amor que traspasaba todos los rincones de mi corazón. El amor de un Dios que me ama desde el comienzo de mi historia… mucho antes de que yo naciera. Desde entonces ha convivido conmigo, hasta en los momentos más oscuros. Incluso cuando no podía sentirlo, me ha enseñado que el Amor está en todas partes”. Cuenta cómo, a los 18 años, era “una jovencita alocada, atrevida, arriesgada”, que quería estar cerca de las personas que más sufrían. En especial, de los que se sentían encerrados de algún modo, física o interiormente. Mi alma, mi corazón y mis ojos vibraban porque no tenía miedo”. Pero con el paso de los años fue ganando inseguridades, “hasta que llegó una pandemia que acabó de rematarme. Pasé de ser esa África con ilusión, lanzada y sin miedos, a una África que temía por todo”. Un amigo de África que había vivido una experiencia con los misioneros Javerianos en Marruecos le habló de ella, y cuando vio la propuesta se dijo “Esto está hecho para mí. Las fechas, el lugar, el momento, la lengua, el tipo de encuentro, lo que significaba para mí… Todo cuadraba, menos yo. Porque automáticamente después, me dije… ni loca”. Al final acabaría lanzándose porque entroncaba con historia familiar: “mi familia por parte de padre llegó a Tetuán en el siglo XIX en la época del protectorado. Mi abuelo nació y vivió allí, al igual que sus hermanos, padres y abuelos. Mi abuela llegó cuando tenía solo 3 años. Allí mis abuelos estudiaron, se conocieron, se casaron y formaron una familia, criando a mi tío y a mi padre. Una profesora de piano y un controlador aéreo… No eran militares, ellos eran civiles que amaban esa ciudad y a su gente; eran parte de ellos. Desde pequeña he crecido escuchando a mi padre y a mis abuelos hablar maravillas de esa tierra. Tetuán…”.
Así comienza un viaje que África ha titulado “desde el exterior al interior”. La primera parada, el Miércoles Santo, la Iglesia de Tetuán: “Un lugar muy especial para mí, ya que en esa Iglesia se casaron mis abuelos, se bautizó y se confirmó mi padre. Entre esas paredes y en sus alrededores, sucedieron tantos momentos importantes… Mi abuelita siempre decía que Tetuán era el lugar donde fue más feliz. Aquí mi familia construyó una vida, un amor y una fe, que, en parte, gracias a ellos, tengo hoy… y ahora regresa a este lugar. Todo de alguna manera vuelve”. Allí tuvieron un primer encuentro con un grupo de jóvenes y “esa tarde, tan dulce, tan cálida, tan agradable y distendida… para mí se asemejó a un Domingo de Ramos. Sin saber bien lo que el Señor tenía preparado para mí después”.
El Jueves Santo, se encendieron velas con tres intenciones. Por la familia: “Esta es nuestra historia, de dónde venimos, por qué venimos. Este amor que experimento, es de un Dios que me amó desde el principio de mi historia. Pero… ¿dónde comienza mi historia? Dios tiene la capacidad de entrelazar el amor de tal manera, que trasforma los corazones y cada decisión que ha propiciado que lleguemos al día de hoy”. También por la comunidad, “esta pequeña comunidad de misioneros Javerianos en Marruecos, nos enseña a ser simplemente presencia”, y otra por el mundo: “La reacción de un corazón que ha sido amado, es amar y transformar la realidad. A todos, en cada lugar, en cada rincón, porque todos somos hermanos”.
Tuvieron después el encuentro con los amigos sufíes: “Un espacio precioso de intercambio y apertura. Poco a poco, con su calidez, con la riqueza y la sabiduría que había en sus palabras, la alegría de sus miradas y sus cantos… fueron meciendo mi corazón, como cuando un niño pequeño llora y encuentra el arrullo en los brazos de su madre. Esos amigos, fueron la caricia de Dios, diciéndome… ‘tranquila.’”.
“¿Quién en su sano juicio querría aceptar una cruz?”, reflexiona África el Viernes Santo y añade, “Y aunque yo te amo, Señor, mi corazón no está preparado para amarte hasta el extremo”. El Sábado Santo, ante el silencio de Dios, “Hoy, sábado… es un día de incertidumbre. ¿Qué ocurrirá? ¿Será cierto lo que Jesús nos contó? ¿Él volverá?”. Y se pregunta: “¿Qué es la Resurrección?, ¿es algo sin más?, ¿un trámite?, ¿es la actuación final de nuestra Semana Santa? ¿Qué es la Resurrección para mí?”.
El recorrido de África por estos días acaba con alegría “Siento que Dios me conoce a la perfección… sabe lo que me mueve, lo que me interesa y qué botones activar para reconducirme a donde él quiere”. Y reconoce que se ha encontrado “con muchísimo más de lo que esperaba”. Da gracias por ello a los Misioneros Javerianos y a su familia y, sobre todo a “Dios, que es el que todo lo hace posible y a todo le da sentido”.