Joliane, la estudiante de oftalmología con una misión

  • On 16 de abril de 2025

OMPRESS-NÍGER (16-04-25) “Yo creo que es Dios el que nos confía una misión concreta y toda nuestra vida se desarrolla con ese objetivo de servicio a los que nos necesitan y, con ese fin, recibimos su ayuda y oportunidades que ni siquiera hubiésemos podido imaginar”, así habla Joliane, una joven de la comunidad cristiana de Dosso, Níger. Su testimonio lo envía el misionero Rafael Marco, que explica que Joliane quiere consagrar su vida a los niños invidentes de la ciudad. Tiene 20 años y espontáneamente se puso en relación con el grupo de niños invidentes de Dosso, con los que pasaba largas horas hablando, participando en sus manualidades, echándoles una mano en sus necesidades. Ahora se prepara como oftalmóloga por ellos.

“Me comentaba un día que su madre la llevaba a Misa siendo muy niña, apenas un bebé”, cuenta Rafael, “y, en cuanto la comunidad se ponía a cantar, ella se subía al estrado y delante del altar se ponía a bailar con todas sus energías delante de todos y, una vez terminado el canto, se bajaba llorando”. Este misionero de la Sociedad de Misiones Africanas dice que el testimonio de Joliane le parece muy a propósito “en este tiempo de Semana Santa en el que celebramos cómo el Hijo de Dios ofrece su vida por nuestra salvación; ella la ofrece como la misión que Dios le confía”. Esto es lo que escribe Joliane:

“La ayuda que pueda aportar a los niños invidentes con mis competencias en la salud da sentido a mi vida y la posibilidad de realizar mi futuro, porque no es un simple sueño para mí sino una misión. En un momento dado no me quedaban perspectivas, no me quedaban oportunidades para continuar mis estudios y adquirir competencias para dedicarme, como quería, al servicio de las personas con problemas de salud de todo tipo. Quería ser médico, pero no tenía medios.

Yo creo que es Dios el que nos confía una misión concreta y toda nuestra vida se desarrolla con ese objetivo de servicio a los que nos necesitan y, con ese fin, recibimos su ayuda y oportunidades que ni siquiera hubiésemos podido imaginar. A mí se me ha ofrecido la oportunidad de continuar los estudios, ahora en oftalmología, y eso me procura energía, y todavía más el hecho de conocer a las personas a las que me voy a consagrar, unos niños invidentes marginados por la sociedad y hasta por sus familias.

La ceguera es un problema de salud pública y económica importante, especialmente para nuestros países en vías de desarrollo, que deja a muchas personas marginadas e inútiles, sin posibilidades. Es una carga para el Estado, pero sobre todo para las familias que no tienen medios suficientes, ni reciben ayudas exteriores para unos gastos que nunca podrán realizar ni imaginar, porque son niños considerados malditos que se les abandona y condena a la mendicidad.

En Niamey vivo en casa de unas religiosas y entre ellas hay una con un problema de glaucoma. Apenas puede desplazarse por su visión limitada y me doy cuenta de que, cada vez, se siente más inútil y dependiente. Tiene sesenta años y no está totalmente ciega, pero su incapacidad que va en aumento la destroza. ¿Qué decir de unos niños o adolescentes con visión limitada o totalmente ciegos? Tenemos que hacer algo para que se sientan útiles en una familia y en la construcción del país, para que recuperen la vista, para que se sientan útiles, autónomos y felices. A ello es a lo que quiero consagrar mi vida”.

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