Jacobo Laval, el “misionero” de la Isla Mauricio

  • On 5 de septiembre de 2019

OMPRESS-ISLA MAURICIO (5-09-19) El Papa Francisco visitará el próximo lunes Isla Mauricio, allí tendrá un momento, por la tarde, para visitar el Santuario de “Père Laval”, visita obligada a quien es considerado el verdadero padre espiritual de la Iglesia católica en la isla.

Jacobo Laval nació en 1803 en Normandía. Estudió medicina en París y, ya médico, dejó de lado la fe que le había transmitido su madre cuando era niño. Sin embargo, entre sus pacientes, había una persona muy anciana a quien el médico siempre encontraba leyendo el libro de la “Imitación de Cristo”. En su corazón comenzó a sentir una extraña inquietud con el recuerdo de ese Jesús del que tanto le habían hablado durante su infancia. Le pidió al paciente que le prestara ese libro, que se convirtió en el medio por el que el Señor cambió su vida. Así, entre la sorpresa y el asombro de sus conocidos, entró en el seminario. Llegó a ser párroco pero, tras unos años, sintió la llamada misionera y se unió a la Congregación del Inmaculado Corazón de María fundada por Francisco Libermann. Así partió hacia la isla de San Mauricio, en pleno Océano Índico. En aquel lugar, la situación era dramática: la corrupción era altísima y numerosos los abusos. A pesar de numerosas dificultades y conflictos, el “Père Laval” se ocupó de formar a catequistas y cuidó de las necesidades espirituales y materiales de la población de la isla. El padre Laval subrayaba siempre la igualdad en dignidad humana del rebaño del que se había convertido en pastor. La misión fue realmente agotadora, en parte debido al pequeño número de religiosos y a las controversias con el gobierno anglicano británico, del que la isla era colonia. Fundó numerosos hospitales, logrando cuidar a los enfermos de cólera no solo espiritualmente, sino también materialmente, gracias a su condición de médico. Murió a los 59 años, el 9 de septiembre de 1864 y San Juan Pablo II lo beatificó el 29 de abril de 1979.

Su tumba se convirtió en lugar de peregrinación en Isla Mauricio. Todos los años, y así ha sido durante siglo y medio, miles de personas – un verdadero acontecimiento en una isla del tamaño de Tenerife – sin importar su religión, se dirigen hacia la “cave du Père Laval”. Quienes han intentado explicar el amor de los habitantes de esta isla del Océano Índico por el padre Laval, consideran que se basa en que curó física y moralmente a todo un pueblo. Así fue en los años de 1854 a 1856 cuando se sucedieron en Mauricio dos epidemias, una de cólera y otra de varicela, y todo el mundo vio cómo el padre Laval se dedicó hasta la extenuación a los enfermos y moribundos.

 

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