OMPRESS-ROMA (1-06-23) Oremos para que la comunidad internacional se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y sus familias, es la intención del Papa Francisco para este mes y que apunta a tantos atentados contra la dignidad humana en el mundo.

El Papa en el vídeo que acompaña la intención dice: “La tortura. ¡Dios mío, la tortura! La tortura no es una historia de ayer. Desgraciadamente, es parte de nuestra historia de hoy. ¿Cómo es posible que la capacidad humana para la crueldad sea tan grande? Existen formas de tortura muy violentas, otras más sofisticadas como el trato degradante, la anulación de los sentidos o detenciones masivas en condiciones que no son humanas, que quitan la dignidad de las personas. Pero esto no es una novedad. Pensemos en el propio Jesús, cómo fue torturado y crucificado.

Paremos este horror de la tortura. Es imprescindible poner la dignidad de la persona por encima de todo. Si no las víctimas no son personas, son ‘cosas’ y se las puede maltratar sin medida, causándoles la muerte o daños psicológicos y físicos permanentes para toda la vida. Oremos para que la comunidad internacional se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y sus familias”.

La Iglesia siempre ha elevado su voz contra estas situaciones. Han sido conferencias episcopales, obispos, religiosas y religiosos los que han elevado su voz para denunciar las últimas prácticas gubernamentales en Nicaragua o Venezuela, pasando por la explotación y acoso a las poblaciones indígenas en Brasil, o la situación de los refugiados y de las minorías en Myanmar, sin olvidar tantas guerras olvidadas de África, “de baja intensidad”… Sobre esto último decía un misionero desde Sudán: “En África se muere lentamente, se muere fuera de los focos, y en tiempos tan largos que la muerte ya no es noticia”.