Ignis Mundi, el deseo de unas familias de irradiar el amor de Dios
- On 21 de febrero de 2025
OMPRESS-MADRID (21-02-25) Una “familia de familias” para llevar el Evangelio a los más alejados en un barrio periférico de Costa Rica. Conoce en el testimonio de Rosa Lobo y Eduardo Aymerich, un matrimonio que descubrió que Dios les llamaba a la misión ad gentes y que han iniciado con sus siete hijos la nueva realidad misionera “Ignis Mundi” en el barrio de Los Guido en Costa Rica.
Rosa y Eduardo se conocieron en unas misiones de juventud que se hacían en el norte de España y, cuando se casaron, ambos reconocieron que Dios les llamaba a la misión ad gentes, pero no sabían cómo se podía concretar esa llamada. Su primer año de casados lo pasaron en Londres por trabajo, y allí les hablaron de que existían las familias misioneras –cosa que no conocían en absoluto antes–, y para ellos fue como poner nombre y apellido al anhelo que tenían en su corazón.
Entonces con un bebé en camino, decidieron irse a la India como familia misionera. “Yo recuerdo el temor de todo el mundo, de que me fuera embarazada a la India”, cuenta Rosa Lobo. “Pero realmente Dios quería que tuviéramos esa experiencia de familia, no solo de dos jóvenes, porque ya con un bebé la cosa cambia”. Eduardo explica lo que significó para ellos este año en el país asiático. “Para nosotros la India fue absolutamente clave, porque descubrimos lo que era una familia misionera”, afirma. “Descubrimos la fecundidad de lo que Dios puede hacer a través de ella”.
Aunque su deseo era quedarse allí, no se cumplían las condiciones necesarias para poder permanecer en el país y tuvieron que regresar a España, pero ya con el convencimiento de su vocación ad gentes. Tras años de búsqueda sin encontrar un sitio donde pudieran irse, al final “las piezas del puzle encajaron”, y se marcharon a Costa Rica. Allí, junto con sus siete hijos, han iniciado una nueva realidad misionera que se llama Ignis Mundi, a la que se han ido sumando otras seis familias –y esperan llegar a 20-.
Ignis Mundi es definido por Rosa como “una familia de familias que quiere llegar a los más alejados de la Iglesia”. Eduardo explica que el fuego (Ignis) del amor de Dios quiere llegar a todos por irradiación, y esto es lo que se busca en este proyecto, en el que las familias viven con la gente del barrio.
Ignis Mundi se encarna en el barrio de Los Guido, en la periferia de San José, la capital de Puerto Rico. Allí se hacinan 33.000 personas en 10 kilómetros cuadrados –de las cuales solo asisten a Misa 400 personas–, en un asentamiento con muy pocas infraestructuras. Es un barrio donde la violencia ha campado a sus anchas hasta que una de las pandillas vinculadas al narcotráfico ha asumido el control y ejerce su trabajo en paz. Los problemas principales son el consumo de drogas, la desestructuración familiar, el abuso sexual –con un 60-70% de mujeres que lo han sufrido–, una alta tasa de suicidio… Y todo esto no se arregla solo con bienes materiales: la única solución que ven Rosa y Eduardo es anunciarles el amor de Dios, la Buena Noticia.
“Lo que pasa es que esas personas, en situaciones de verdadera vulnerabilidad, no van a poder conocer el amor si no viene acompañado de una serie de acciones, herramientas y oportunidades. Ahí es donde nosotros tratamos de acompañar ese anuncio con todo tipo de acciones, más desde el punto de vista humano: apoyo psicológico y de salud, emprendimiento, deporte…”, explica Eduardo. Y a partir de ahí, ir estableciendo vínculos en la cotidianidad de la vida familiar, ir enseñando una nueva forma de relacionarse, vestirse, decorar la casa… hasta que muchos de ellos finalmente quieren ser cristianos como ellos y piden el bautismo, y comienzan con ellos un catecumenado de adultos.
El protagonismo de los niños en la misión es absoluto, no son un añadido a los matrimonios sino que ellos también hacen misión en su día a día: van a la misma escuela del barrio, juegan al fútbol, se hacen amigos, les invitan a casa… “Se da una dinámica muy natural”, afirma Eduardo. “Una buena parte de nuestra misión es transmitir el amor de Dios a través de la irradiación: cuando parece que nada pasa, todo se transforma por irradiación”. En el contacto con ellos, los más alejados entienden lo que significa ser padre, amar a los hijos, no pegarles…
“Una persona que no ha oído nunca hablar de Dios o de la Iglesia Católica, o no tiene la mejor de las experiencias de ella, es muy difícil que se acerque a la Iglesia por la puerta normal, ¿no?”, explica Rosa. “Ahora, a tu casa, es más fácil que quiera ir. Entonces ahí es donde entramos las familias”.