He visto el rostro del dolor de Haití
- On 16 de enero de 2023
OMPRESS-HAITÍ (16-01-23) El misionero pasionista Julián Díez González acaba de regresar de Haití, donde ha visto “el rostro” del dolor y la crisis de este país. El misionero visitó Haití en el verano de 2021 y 2022 y ha podido constatar el deterioro de un país que agoniza ante la extendida indiferencia de la comunidad internacional. Las pandillas se han hecho con el control de la capital, Puerto Príncipe, aterrorizando a la población que vive en una situación permanente de inseguridad e indefensión. De todo esto, ha hablado con Obras Misionales Pontificias en una visita a su Dirección Nacional. La entrevista hecha para el programa “Iglesia Viva” de Radio María puede escucharse completa en el Ivoox de las Obras Misionales Pontificias.
P: Acabas de llegar de Haití, ¿qué has visto en esta visita?
La primera visita a Haití fue en agosto del 2021, apenas había sido el asesinato del presidente y el 14 fue el terremoto de la zona de Jérémie (el segundo terremoto fuerte del país) y la visita fue en respuesta a la invitación que nos hizo la congregación para fortalecer la presencia en Haití. En ese momento había dos compañeros trabajando, uno el padre Rick Frechette, que lleva 34, y el padre Hugo, que llevó el centro de pastoral y el acompañamiento vocacional de los jóvenes haitianos con inquietud religiosa pasionista.
La experiencia era temporal, era pues, de de agosto a noviembre, tres meses. Y luego pues retornar a mi provincia, concretamente a Madrid, y evaluar la experiencia para ver si verdaderamente podíamos asumir el reto de de trabajar en la difícil realidad de Haití.
Y en ello pasamos ese verano y este julio viajé de nuevo. Han sido seis meses de compartir y de vivenciar la realidad dura y difícil que en muchos lugares se vive, pero que no se conoce, o apenas se conoce, de de lo que está aconteciendo hoy en Puerto Príncipe y no solamente en la capital, sino en todo el país haitiano.
P: Tras el asesinato del presidente la situación no sólo no se calmó, sino que han proliferado las pandillas y eso está afectando muy directamente a la población. ¿Es así?
No solamente han sido los fenómenos naturales los que han golpeado la historia de del pueblo haitiano. Hay muchos otros factores que están influyendo. Según la historia es el primer país que se independizó en el año 1804, pero a raíz de la independencia, ha habido un cúmulo de malos gobiernos, de pobreza acumulada, de fenómenos naturales que han destruido el país, sobre todo el terremoto del 2010.
Y lo último, que ha sido quizás la gota que ha colmado, fue el asesinato del presidente electo democráticamente por el pueblo haitiano. Con ello, ha proliferado el problema de las pandillas o de los grupos armados internos. También se da la crisis socio política y la hambruna, porque en este momento es un pueblo hambriento. Hambriento de pan; de futuro, porque no hay expectativas y esto ha creado u ocasionado que sea un Estado fallido, un país fracasado, por así decirlo; y hambriento de alternativas. Alternativas que desgraciadamente la comunidad internacional quizás no está dando ante las necesidades visibles dramáticas.
Junto con ello también se da por desgracia la falta de recursos humanos o de recursos sanitarios; es un país en las aguas caribeñas, pero junto con ello en un mar de basura, de suciedad, de desorden, de escombros en muchos lugares. Y ello, en los últimos meses ha sido causa de rebrotar, pues, el cólera, otra enfermedad que junto con el Covid, pues ha golpeado y está golpeando a una población muy necesitada y con muy pocos recursos.
P: ¿Es esta situación de miseria un terreno abonado para que los jóvenes entren en las pandillas?
Sí, hoy Puerto Príncipe está dominado por grupos armados, o por los “gangs”, las pandillas. Son pandillas rivales, ¿qué es lo que litigan? Pues puede ser espacios, espacios para el contrabando, para el tráfico de drogas, para la entrada quizás de armas; el tráfico que conlleva que haya jóvenes, sobre todo jóvenes y muy jóvenes, que están involucrados, y que haya una inseguridad total en el país, no solamente en la ciudad de Puerto Príncipe, sino en todo el país, Un país que es muy chiquito en extensión, si hacemos una comparación, no es superior a la provincia de Burgos en su demarcación geográfica y es un país tremendamente poblado, porque el índice de población es superior a los 11 millones de de habitantes de personas.
Desgraciadamente las pandillas han superado el control, diríamos que son una contraparte a la policía. En muchos barrios son ellos los que controlan a la población, pero son grupos enfrentados entre sí. Esto está ocasionando también un desplazamiento humano interno tremendo, los refugiados internos. Es gente que ante la confrontación directa y muy fuerte armada por estos grupos o pandillas, tiene que salir como pueda para salvar sus vidas. Entonces esto está ocasionando un colectivo interno, muy numeroso, de personas que tienen o han tenido que dejar su barrio, su casa.
P: En España salta de vez en cuando la noticia de un enfrentamiento entre bandas rivales en algún barrio, a veces con víctimas; pero no podemos imaginar lo que es estar en una ciudad donde todos son bandas, todos son enemigos y la población está indefensa.
Al regresar de estas dos experiencias en Haití pienso qué suerte en España poder entrar y salir de tu casa cuando quieres, siempre hay ciertos riesgos también aquí y está aumentando la inseguridad en ciertos lugares, verdad, pero qué suerte poder entrar y salir. Otra de las de las riquezas o enseñanzas personales, qué suerte es abrir el grifo y tener agua, ya no potable, pero tener agua, lo que en estas condiciones…
Ha habido una crisis de confrontación social, un estallido social fortísimo, con el riesgo que eso conlleva para la vida, para las personas, etc., y un intento de paralizar el país. Hubo un control de algunos de estos grupos armados, control del transporte, del Puerto (no ha entrado ni salido materia de exportación). La luz se genera por gasóleo. No hay acceso al petróleo, a poder recibirlo; en el mercado negro, lo que antes costaba 5 euros hoy puede costar 20, 30 o más. Entonces, falta de agua, falta de luz, falta de servicios básicos. Yo en estos meses no he visto un camión de la basura, pero es una ciudad repleta de basura por todas partes, de desorden. No se recoge la basura, hay falta de higiene, falta de atención médica, de servicios básicos; la realidad de Haití es que es un estado fallido, por mucho que nos cueste, pero al cual pues se le está cerrando los ojos.
Llama la atención que dada la crisis humanitaria y la incertidumbre de este país se hable tan poco de Haití, no hay información. Entonces, ¿por qué los medios callan tantas crisis humanitarias? Quizá una de las voces que podemos escuchar es a la Iglesia.
Para mí ha sido una experiencia dura, porque uno ha visto el dolor y en cierto modo la crisis, pero con rostro. Ya no es que te digan hay una crisis de hambre: gente pasando hambre, pero no 100 personas, no mil personas o no un barrio o una zona periférica de una ciudad, como son zonas marginales que encontramos en todas las ciudades, sino población que cada día busca a ver qué hoy puedo comer, población que tiene que vivir con esa zozobra o con esa inseguridad y con esa escucha de los enfrentamientos con consecuencias de víctimas diarias o de personas heridas o asesinadas.
P: Pese a las recomendaciones de las embajadas los misioneros permanecen en Haití y la Iglesia sigue ahí. ¿El pueblo siente la cercanía de la Iglesia, sabe a quién acudir, a dónde acudir?
Haití, como decía, es el primer país que se independiza, su origen es la esclavitud, o sea La Española, que conforma República Dominicana y Haití es una sola isla. Pero a razón de la historia hay una frontera que demarca lo que es Santo Domingo, República Dominicana y Haití. La zona haitiana, su origen, su historia… la vincula más a Francia, a otras colonias. Y su población, sobre todo, es la población esclava que en los años del desarrollo, del boom económico, etcétera, fue fuente de mano de obra barata para atender los diferentes ingenios, no solamente de Haití o República Dominicana, sino de toda la zona caribeña. Entonces esta población es la que da primeramente el grito de liberación.
Son evangelizados. O sea, la mayor parte de la población haitiana es cristiana, es católica. Junto con la Iglesia Católica ha crecido, mucho la Iglesia evangélica o la iglesia cristiana. No entraríamos ahora a analizar por qué estas iglesias cristianas han crecido tanto en Haití, o han sido tan financiadas o apoyadas. Tiene su razón. Junto con la Iglesia cristiana y con la Iglesia Católica, luego está el vudú, que es la iglesia propia y reconocida del pueblo haitiano. Hay una mezcla ahí tremenda, difícil y complicada.
En la Iglesia Católica lo que antes había de reconocimiento y de respeto hacia la Iglesia, hacia las instituciones que la Iglesia ha promovido (como son Caritas, orfanatos, escuelas, hospitales) hoy se ha convertido en parte en escalada de violencia y de persecución, orquestada diríamos, quizás con intereses para perjudicar a la Iglesia Católica.
Hay mártires haitianos, pero hay mártires también de misioneras, de sacerdotes, que han entregado en estos años de incertidumbre, pues tenemos a la hermana Isa Sola, de Jesús María, tenemos a la hermana Luisa, apenas en marzo, asesinada, italiana, etcétera. Tenemos diferentes sacerdotes haitianos, el padre Enrique. Entonces, lo que en un principio era de reconocimiento y de participación de la Iglesia Católica, hoy se puede decir que es de incertidumbre y de persecución a la Iglesia y a las obras que la Iglesia está desempeñando. Ciertamente hay riesgo. Y por ello, también hay que ser muy prudentes.
P: ¿Qué podemos hacer para ayudar a Haití?
Yo he hablado de conocer, conocer esta realidad. Los medios no hablan, entonces qué bueno que la Iglesia sea voz y que nos deis espacio a los misioneros o a las misioneras, porque las hay, gracias a Dios, para darnos o darles voz. Las preocupaciones o las necesidades del mundo son muchas, quizás no tenemos la solución de todos, pero otro mundo es posible. Ojalá no se deje de ayudar y de apoyar a Haití.