Floribert Bwana Chui, un mártir africano, fiel a su conciencia

  • On 17 de junio de 2025

OMPRESS-ROMA (17-06-25) El Papa León XIV recibía ayer a los peregrinos de la República Democrática del Congo que asistieron a la beatificación de Floribert Bwana Chui, un joven congoleño asesinado por no dejarse corromper, como funcionario de aduanas, a pesar de saber el grave riesgo que corría. Este domingo 15 de junio tuvo lugar la celebración de su beatificación en la Basílica de San Pablo Extramuros, presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y en la que estuvo presente la madre de Floribert, Gertrude Kamara, además de un nutrido grupo de fieles congoleños encabezados por el obispo de Goma, Mons. Willy Ngumbi, y otros representantes de la Iglesia congoleña, entre ellos el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa.

Floribert Bwana fue asesinado el 8 de julio de 2007 a los 26 años de edad, por no ceder a la corrupción. Trabajaba en la aduana de la frontera con Ruanda, una frontera por la que cruzan grandes cantidades de mercancías. Su función era controlar el estado de los productos, sobre de los productos alimentarios y detectar posibles infracciones: productos alterados, en mal estado y nocivos para la salud. Se negó a ceder a la extorsión, la corrupción y la codicia, sabiendo que ponía en riesgo su vida. El Papa pudo saludar ayer, en la audiencia a estos peregrinos del Congo, a la madre de Floribert. Gertrude ha afirmado que su hijo “eligió morir para vivir en Cristo”, y ha animado a los jóvenes del Congo a seguir los valores del Evangelio como él hizo.

El Papa León XIV les recordó las palabras de su antecesor, el Papa Francisco, dirigidas a los jóvenes de Kinshasa durante su viaje apostólico al Congo, hablando de Floribert, que “como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo ‘no’ a la suciedad de la corrupción. Esto significa mantener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero se manchan de sangre (…). Ser honestos es resplandecer en el día, es difundir la luz de Dios, es vivir la bienaventuranza de la justicia: vencer al mal, haciendo el bien”.

Mantuvo sus manos limpias, porque tenía “una conciencia formada por la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con sus hermanos”. Vivió la espiritualidad de la Comunidad de San Egidio, y ayudó a los niños de la calle de su ciudad, Goma, “se interesó por ellos y se preocupó por su formación humana y cristiana”. Un joven que no se “resignó al mal”, un hombre de paz “en una región tan sufriente como Kivu, desgarrada por la violencia”.

“Este mártir africano”, concluía el Papa, “en un continente rico en jóvenes, demuestra cómo ellos pueden ser fermento de paz, tanto desarmada como desarmante. Este laico congoleño destaca el precioso valor del testimonio de los laicos y de los jóvenes. Que, por intercesión de la Virgen María y del beato Floribert, la anhelada paz en Kivu, en el Congo y en toda África se haga realidad pronto”.

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