Festividad de la mujer que lo aprendió todo a los pies de Jesús

  • On 9 de enero de 2025

OMPRESS-MADRID (9-01-25) Hoy se celebra, en el día de su fallecimiento, la festividad de la Beata Pauline Jaricot, la fundadora del Domund. Beatificada en 2022, con solo 23 años ideó la forma de ayudar a la misiones, no de manera particular, sino universal, no con grandes aportaciones, sino con la generosidad de los humildes.

Pauline Marie Jaricot nació en Lyon, Francia, en 1799 en una familia muy creyente, en plena revolución francesa. Fue la séptima y última hija de Antoine y Jeanne Jaricot, comerciantes de seda de Lyon. En plena persecución religiosa, bautizada en secreto, su infancia la vivió en medio de inestabilidad civil y profundos cambios sociales. Pasada la tormenta la familia se estableció definitivamente en Lyon y ella se convirtió en una señorita de buena familia, devota pero distraída… según ella misma reconocería. A los 17 años, en una charla de Cuaresma vive su “conversión”. Cambia totalmente de vida y la dedica de verdad a Dios. Cada día pasa horas en el hospital de la ciudad, callada y sin que nadie lo sepa, cuidando enfermos. Su ropa pasa a ser la digna vestimenta de las trabajadoras de la seda de las fábricas de Lyon.

Su hermano Phileas está en París, quiere ser misionero, y no deja de enviarle información y testimonio de los misioneros que han partido hacia Asia desde el Seminario de Misiones Extranjeras de París. Y aunque lo que se conoce como la Obra de la Propagación de la Fe, el Domund, se fundará oficialmente en 1822, ya en 1819 monta su “sistema” de apoyo a las misiones. Serían las trabajadoras y trabajadores de las fábricas de Lyon quienes, con un sous, una monedita, colaborarían cada semana con la misión. Se sumarían así a la Obra, orando por la misión y los misioneros y entregando su aportación a una “dizenaire”, una jefa de diez, que la recogería y entregaría, añadiendo su propia aportación, a una “centenaire”, una jefa de cien. Por otro lado, se creó la publicación “Annales de la Propagación de la Fe”, una revista que dirigió un joven Frédéric Ozanam, profesor, fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl y hoy también beato. La revista llegó a ser la de más tirada de Francia. Sus páginas acercaron la misión a quienes la apoyaban, de manera que todas las asociadas a la Propagación de la Fe, leían las cartas de los misioneros y el progreso de la evangelización en cientos de lugares del mundo. La colecta de 1821-1822, la primera oficial del Domund, reunió alrededor de 200 francos, lo que a razón de un sous por semana, indicaba un millar de asociados. En unos años, el número se disparó por toda Francia y pasó a otros países, España, Bélgica, Suiza, Alemania… Los asociados empezaron a contarse en decenas de miles pero la aportación a la misión siguió siendo el fruto de muchas pequeñas aportaciones de personas convencidas de ser parte del esfuerzo misionero de la Iglesia. Su generosidad pero también su oración se hacían misión. También surgirían las vocaciones misioneras. Un ejemplo significativo fue Suzanne Aubert, la misionera de Nueva Zelanda, que había sido durante su juventud una “dizenaire” de la asociación. El Papa Pío XI, un siglo después, en 1922, haría esta obra suya, convirtiéndola en Pontificia, precisamente por los rasgos de universalidad, sencillez y entrega que la caracterizan.

Tras la Propagación de la Fe, Pauline Jaricot afrontaría un nuevo proyecto, la fundación del Rosario Viviente. Los revolucionarios franceses habían hecho de la “quema de rosarios” uno de sus principales objetivos, buscando acabar con la religiosidad de la sociedad francesa. Con su espíritu práctico, Pauline quiso revivir el rezo del rosario organizando grupos de 15 personas que rezarían cada una uno de los misterios del rosario – en aquella época no se recitaban los misterios luminosos–. Desde su casa o por la calle, o en una capilla, cada uno de los miembros de estos rosarios vivientes se uniría a los otros catorce para rezar todo el rosario y contemplar los misterios de la vida de Cristo y de la Virgen en un solo día. La iniciativa del Rosario viviente tuvo tanto éxito que después de la muerte de Pauline, en 1862, ya había más de 150.000 grupos, con 2.250.000 miembros solamente en Francia. Actualmente el Rosario viviente todavía se practica en muchas partes del mundo y los grupos de 15 son ahora de 20. En el santuario de Częstochowa, en Polonia, por ejemplo, todos los veranos hay un encuentro de “rosarios vivientes”.

Pauline Jaricot siguió buscando llevar el amor a Jesús con otras iniciativas, centradas en libros de espiritualidad, en una fábrica modélica que permitiera a los trabajadores vivir una vida digna y cristiana. No todo salió bien, mostrando que la cruz le acompañó a lo largo de su vida. Fue dejada de lado por quienes continuaron la Obra de la Propagación de la Fe y acabó viviendo casi en la miseria. La enfermedad le acompañó desde muy joven. Pero siempre tuvo muy claro, desde su “conversión” a los 17 años que siempre encontraría en Jesús Eucaristía al amigo fiel al que acudir. A los 23 años escribió “El Amor Infinito en la Divina Eucaristía”, en este libro se recoge una de sus oraciones: “Todo lo que sé, lo aprendí a tus pies, Señor; por eso recibe el homenaje de todo lo que soy, de todo lo que tengo, de todo lo que pueda llegar a pensar, decir y hacer de bueno”.

Una forma de conocer a esta figura única es a través de la serie “Pauline Jaricot, la mujer del Domund” sobre su vida, emitida en Radio María el año de su beatificación.

Comparte esta noticia en: