Fe y esperanza en medio del Islam

  • On 27 de marzo de 2025

OMPRESS-MADRID (27-03-25) Ayer por la tarde tenía lugar la Jornada Académica de la Cátedra de Misionología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, con la intervención del padre Miguel Pérez Jiménez, párroco de la Parroquia de San Justino Mártir en la localidad palestina de Nablús. Tras la presentación de la Jornada a cargo del Prof. Dr. D. Eduardo Toraño López, director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad, y del Prof. Dr. D. Juan Carlos Carvajal Blanco, Coordinador de la Cátedra de Misionología, el padre Miguel desarrolló la ponencia “Iglesia en medio del Islam. El Evangelio en clave de Esperanza”.

Su intervención fue fruto de su experiencia del día a día en medio de un ambiente islámico, y de la experiencia que viven los cristianos de su parroquia. Nablús es la Siquem o Sicar bíblica, cuna del hebreísmo, el lugar donde vivieron los patriarcas. Para los árabes en las últimas décadas ha sido Centro de la Resistencia y Monte del Fuego, porque es donde se juntaban para combatir el Estado de Israel. Explicó además que una región de 300.000 habitantes. La ciudad tiene de 170 a 180 mil, entre los cuales 900 son samaritanos y 600 son cristianos. Los cristianos se reparten en cuatro confesiones greco ortodoxos romano católicos, anglicanos y griego católicos, y por esta variedad de confesiones es considerada la ciudad de la tolerancia religiosa. Existe un colegio católico, que pertenece a la parroquia, con más de 120 años de andadura en el que han estudiado las personas más importantes de Nablús y ha sido siempre un punto de contacto. Junto a este colegio ha habido otras instituciones, algunas que ya no existen, y comunidades de religiosas. “Los cristianos están mezclados en la sociedad y tenemos una presencia bastante notable”, explicaba, “nuestra presencia en Nablús es muy clara”. Hay grupos scouts, se hacen procesiones, se vive la Navidad, y nunca ha habido problemas, pero se está metiendo sobre todo en los jóvenes la mentalidad del Estado Islámico.

Es donde empiezan los problemas, reconoce el padre Miguel, “comentarios ofensivos hacia los cristianos. Te lo dicen a lo mejor en la puerta de la parroquia. Pequeñas gamberradas, tirar cosas dentro del convento, dentro de la parroquia. Son gamberradas que pueden pasar en cualquier ciudad, pero están dirigidas específicamente hacia la parroquia. Y esto es por esta mentalidad del Estado Islámico que está creciendo y está convirtiéndose en parte de la mentalidad de la ciudad en pequeños círculos, en pequeños sectores, en minorías. Pero están ahí y preocupa. Eso preocupa a los cristianos y preocupa a los mismos musulmanes”.

Reconocía la prudencia que hay que tener a la hora de actuar, así que “la evangelización de la vida cotidiana funciona a través de las instituciones eclesiásticas. Como he dicho, a través del colegio, el hospital, la guardería, se entra en contacto con los padres y ven que los cristianos no somos cosas raras ni somos lo que a veces esta mentalidad del ISIS puede presentar”. Hablar directamente del cristianismo es difícil: “yo estoy dispuesto a hacerlo, no tengo ningún problema, pero pongo en peligro a personas de mi parroquia que no tienen ningún interés en sufrir por Jesucristo, ni por la evangelización, ni por la Iglesia. Son cristianos porque han nacido cristianos”. La convivencia es relativa pero armoniosa, y de alguna forma está en peligro, porque hay gente que está deseando que no se dé. “Por lo que yo he llegado hasta ahora a estudiar el Islam no quiere cargarse a nadie ni atacar a nadie, porque no sea de su mismo credo. Sí es una religión que quiere ser hegemónica porque es el culmen de la revelación. Sí, pero eso no significa directamente atacar a alguien que no es de tu religión. Hablo del punto de vista islámico”.

La Iglesia, explicaba el sacerdote, “como dice el Vaticano II, es sacramento de salvación y también lo es en el mundo islámico. Un cristiano es un alter Christus, quien se encuentra con los cristianos, se encuentra con Cristo mismo”. De ahí que la Iglesia católica tenga en el mundo islámico una función de diálogo y pacificación. La comunidad cristiana, a pesar de sus debilidades, “está recibiendo el Evangelio y los sacramentos, y esto ya los convierte en personas diferentes. Sus vecinos, todos pasan por la Iglesia”. Es una mentalidad distinta de una parroquia en España, porque, por ejemplo, no existe el matrimonio civil, o si se necesita un permiso para entrar en Israel, también se hacen en la parroquia. El párroco también hace de notario: “Es como una especie de jefe de la tribu en la mentalidad árabe. Es una mentalidad tribal de clanes. El cura es una de las cabezas del clan. El cura está metido en la vida de la sociedad”. La gente crece así en un ambiente de Iglesia y, aunque no se vea en todas las personas una fe viva, siempre hay en estos grupos personas y familias que están viviendo una fe muy bonita, una fe que les da esperanza”. Así, el padre Miguel ha llegado a la conclusión que “no es necesario que todos los miembros de la sociedad cristiana sean santos para que Cristo se haga presente en la vida de la comunidad cristiana”.

Y así, “la Iglesia del mundo islámico tiene la misión de promover la libertad de creencia a través de su compromiso con la sociedad. Este compromiso con la sociedad, con los pobres, los necesitados, los enfermos, los niños, para enseñarles. Pero también con el sufrimiento de su gente y viviendo como vecinos, con los demás. Los centros educativos cristianos son un puente entre Oriente y Occidente”. Es lo que sucede con el Colegio Católico de Nablús, que hace que las personas no vean en el cristianismo, ni en la Iglesia ni en occidente a un enemigo”. No obstante, en el pasado, “países colonialistas han usado instituciones y minorías cristianas como felpudo –perdón, por la expresión– para poner los pies en Oriente Medio. Estoy hablando desde el punto de vista islámico”. Esto lógicamente “ha empeorado las relaciones entre los cristianos y los musulmanes y ha hecho que los musulmanes por lo general no confíen en los misioneros porque los ven como figuras relacionadas con la colonización”. El Islam “no prohíbe la conversión al cristianismo, pero sí persigue el proselitismo y la evangelización pública, haciendo que la Iglesia se repliegue en sí misma. Es decir, los cristianos tienen miedo a evangelizar directamente. Por ejemplo, si alguien se convierte, no puede anunciarlo, no puede hacer un vídeo y ponerlo en Facebook, Ahí estaría haciendo un atentado contra el Estado Islámico, o sea, contra la nación islámica, porque la religión y el Estado no se distinguen en el Islam”.

La Iglesia que no realiza una evangelización activa en una sociedad hostil a su dogma, tiende a disminuir numéricamente, pero esto no es motivo para no tener esperanza, motivo de nuestra esperanza. Porque “perder la vida por el Evangelio deja semillas en la sociedad. Muchos son los misioneros que han dado su vida en el mundo islámico, tanto con el martirio de sangre como en el testimonio de vida. Y eso es un hecho que no se puede borrar. Eso son semillas que no se pueden borrar y que dan fruto”. Los cristianos disminuyen, pero siguen ahí. “En mi opinión”, señalaba el padre Miguel, “si desaparece el cristianismo como comunidad étnico religiosa en el mundo islámico, todavía puede aparecer el cristianismo como comunidad de fe. Dios hace lo que quiere y Dios es providente y Dios quiere que en Oriente exista la fe”. “Cuando tú me haces bien, después de que yo te he hecho mal, eso no entra en una cabeza humana ni musulmana ni de nadie. No entra una cabeza humana y eso les toca muy profundamente. Entonces, cuando ven testimonios verdaderos de fe, ellos tienen una reacción negativa o positiva, pero hay una reacción y eso es una semilla que se está dejando en esas personas. Y por eso yo creo que puede aparecer una comunidad de fe que viene del Islam”.

Concluía la intervención haciendo hincapié en los motivos de esperanza: “Cristo muere en la cruz, uniendo así a todos aquellos que sufren, los que están oprimidos, los que ven sus casas destruidas, los que abrazan a sus hijos muertos, los que sufren persecución, los que no conocen el amor, los huérfanos, los enfermos, los ignorantes, los desviados, los que no tienen educación, los que no tienen fuerza de voluntad. Ahí está Cristo crucificado, el Cristo inútil, desnudo, está ahí con ellos, sufriendo con ellos. Y la buena noticia es que sigue habiendo gente dispuesta a perder la vida voluntariamente para anunciar este amor, porque lo han recibido y han conocido que Dios es Padre y que no los ha abandonado en la cruz, sino que es que esta ha sido el lugar del encuentro con Él”.

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