Fallece la misionera Gracia Soria

  • On 27 de noviembre de 2024

OMPRESS-BADAJOZ (27-11-24) La hermana Gracia pertenecía a la Congregación de Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana, que la envió como misionera a la diócesis de Chachapoyas, en el departamento peruano de Amazonas, donde esta congregación lleva adelante una hermosa labor.

Gracia Soria Moreno nació el 11 de agosto de 1932 en Yegen, Granada. Ingresó en la congregación el 3 de abril de 1956. En diciembre de este mismo año comenzó su noviciado. Hizo su primera profesión religiosa el 23 de enero de 1959 y se consagró definitivamente al Señor el 5 de enero de 1964. Sus destinos como religiosa fueron Navas de San Juan, Orozco, Puebla de la Calzada, Chachapoyas en Perú, Valencia de Alcántara, Alcuéscar y, ya últimamente, en Villafranca, a la casa de hermanas enfermas, donde llevaba varios años.

En el año 1990 fue elegida junto con otras dos hermanas Formacionistas para fundar en Perú, en Chachapoyas, donde estuvo casi 20 años hasta volver a España por enfermedad. Las otras dos misioneras que partieron con ella, las hermanas Amor y Katy, ya han fallecido, por lo que, señalan desde la congregación, se encontrará con ellas ahora que finaliza su misión aquí en la tierra. Con ellas formaba un trío arrebatador, cuya labor las hizo muy queridas en Chachapoyas. Son muchos los mensajes de pésame que se han recibido desde aquellas tierras con motivo de su fallecimiento. Desde las Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana, señalan que “consagró su vida entera a la vocación a la que había sido llamada por el Señor. Fiel a las Constituciones y al Espíritu de la Congregación. Hermana Gracia, goza del abrazo eterno con el Señor junto con tu familia, nuestra madre fundadora y nuestras hermanas difuntas. Vete en Paz. Te rezamos y queremos”.

La congregación de las Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana es una congregación religiosa extremeña. Más conocidas como Formacionistas, fueron fundadas por la Madre María José de la Eucaristía, en Alcuéscar, Cáceres, en la década de los años cuarenta, para anunciar la Buena Nueva a todos los hombres, especialmente a los pobres de las zonas rurales y suburbios de las grandes capitales, necesitados de mayor promoción humana.

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