Fallece el obispo misionero José Luis Azcona
- On 22 de noviembre de 2024
OMPRESS-BRASIL (22-11-24) Acaba de fallecer quien fuera durante casi 30 años obispo de Marajó, en Brasil, en plena desembocadura del Amazonas, Mons. José Luis Azcona Hermoso, misionero agustino recoleto. Un hombre de Dios que sirvió a la Iglesia y a sus hermanos allí donde el Señor le llamó.
Mons. José Luis Azcona nació en Pamplona el 9 de marzo de 1940, pero vivió con su familia en el pueblo navarro de Dicastillo y cursó su educación secundaria en San Sebastián. Ingresó en la Orden de los Agustinos Recoletos y profesó el 22 de septiembre de 1961 en Monachil, Granada. En la capital de esta provincia estudió Teología. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1963 en Roma. Siguió con posterioridad sus estudios de Teología Moral hasta conseguir, en 1965, el doctorado en el Instituto de Teología Moral de los Redentoristas (Alfonsiano) de la Universidad Lateranense de Roma. Los cargos más destacados que desempeñó fueron, entre otros, los de prior provincial de la Provincia de Santo Tomás de Villanueva (1975-1981), vice-maestro de novicios en el Desierto de la Candelaria, Colombia (1982) y maestro de novicios en Los Negrales, Madrid (1983).
En 1985 marchó a la misión de Marajó, en Brasil. Dos años más tarde, concretamente el 5 de abril de 1987, fue ordenado obispo de la Prelatura de Marajó. En ella, lideró incansablemente las labores de evangelización y trabajó para proteger a las comunidades más vulnerables de la región. Destacó, asimismo, por su lucha contra la explotación humana, la trata de personas y los abusos a los que se enfrentaban los habitantes de la Amazonía. Durante su misión, Mons. José Luis Azcona asumió riesgos e hizo frente a muchas amenazas debido a su postura valiente que mantuvo contra las injusticias. De hecho, su promoción de la justicia social y del cuidado del medio ambiente lo convirtió en un modelo de compromiso cristiano.
La isla de Marajó se encuentra al norte del Estado de Pará, en la desembocadura del Amazonas, y su Prelatura, en la que sirvió como obispo Mons. Azcona, está compuesta por nueve municipios, una población de más de 300.000 habitantes y una extensión de 86.000 kilómetros cuadrados, casi el tamaño de Portugal. Una inmensa extensión con muchos desafíos. En un reportaje, hace 10 años, hablaba el mismo de la labor que allí se lleva a cabo y de los peligros a los que se enfrentaba, en un Estado, el de Pará, donde había tres obispos, él incluido, amenazados de muerte. Mons. Azcona decía: “El pensamiento de la muerte me acompaña siempre; pero también he de decir que, con la ayuda de Dios, nunca he perdido siquiera un solo minuto de sueño. Si un día Él me llama a dar testimonio por este pueblo pobre, estas ovejas que son de Cristo, pero completamente abandonadas y heridas, compradas y vendidas a cualquier precio, ese día sería el mejor acto que puedo hacer, nada hay mejor que pudiera hacer en mi vida que morir por aquellas ovejas que Cristo me encomendó”.
Sus hermanos de la Orden Agustina Recoleta piden a todos que se unan “en oración por su descanso eterno, confiando en que su legado y testimonio apostólico seguirán inspirando a muchos en la búsqueda del Reino de Dios”. Siempre con el recuerdo agradecido por “su vida de oración, su compromiso y entrega al servicio de los últimos, de los más necesitados”.