Encuentro misionero en Asís
- On 1 de septiembre de 2021
OMPRESS-ITALIA (1-09-21) La Fundación Missio – las Obras Misionales Pontificias en Italia – convocaban esta semana en Asís a más de 200 participantes para unas jornadas de formación que han tenido como lema “Testigos y profetas. Misioneros de la esperanza”. En el maravilloso entorno de la ciudad del Poverello, uno de los mayores impulsores de la misión en la historia de la Iglesia, 90 participantes unidos a otros 120 online, han reflexionado con ponencias e intervenciones sobre el que es el tema del próximo mes misionero de octubre, ser misioneros de la esperanza.
El arzobispo de Bari-Bitonto, Mons. Giuseppe Satriano, es el presidente de la Fundación Missio. En declaraciones a la agencia SIR de la Conferencia Episcopal Italiana recordaba que, “cuando hablamos de misión, nuestro pensamiento se dirige inmediatamente a los que están lejos de aquí y dan su vida por los demás en tierras lejanas”. Pero, en referencia a las experiencias y los testimonios escuchados durante estos días, Mons. Satriano, “nos damos cuenta de cómo ese mundo, que los misioneros han visitado y amado, está hoy al lado, dentro de nuestra propia casa, por lo que las fronteras del mundo ya no son geográficas sino existenciales”. De ahí que cada parroquia, cada catequesis, cada actividad debe convertirse en un “centro misionero”, un centro de esperanza. “Una esperanza que nace de la conciencia de que en el mundo, es cierto que hay árboles que caen, pero también bosques que crecen. De eso hemos sido conscientes en los testimonios de vida y en las intervenciones que hemos escuchado”.
Los participantes en este encuentro misionero en Asís han valorado muy positivamente una mesa redonda que aunó “el lenguaje de las experiencias”, con tres testimonios: la hermana Javeriana Maria Angela Bertelli, el sacerdote misionero fidei donum Giovanni Piumatti y los esposos Patrizia y Vincenzo Petruzzi que descubrieron la fe, tras perder a un hijo muy pequeño. Como destacaba uno de los participantes, estos días han sido también una oportunidad para dar gracias por todos aquellos que hacen su vida un don a los demás. Ser misionero es dejarse tocar por el amor de Dios y del Evangelio y luego deja que su propia vida pertenezca realmente a Cristo ya la humanidad.