“En Orellana pasan cosas siempre, también cuando no voy”
- On 9 de diciembre de 2025
OMPRESS-PERÚ (9-12-25) Desde la archidiócesis de Mérida-Badajoz comparten una comunicación del misionero César L. Caro Puértolas, sacerdote diocesano, misionero desde 2017 en el extenso vicariato de San José del Amazonas, Perú. Cuenta el aniversario de una parroquia donde la fe se vive con sencillez.
“Tal vez por eso me guste tanto ir. Y también por las risas, bromas y buen humor que siempre disfruto en este puesto situado en la boca del Napo, donde no hay misioneros desde hace trece años, pero con un equipo de laicos que hace funcionar la misión de verdad. Me habían invitado muchas veces a la fiesta del aniversario de la parroquia, y este año dije: “¡lo programo y no me lo pierdo!”.
Al llegar el jueves, estaban en la preparación de la gymkana, una tarde de sencillos juegos para pequeños y mayores en la puerta de la iglesia. Hacer rodar bolas sobre una mesa intentando que se queden paradas sobre unas tiras de cartulina, por ejemplo; premios: bolsa de papas, chupachups y una manzana. Otra actividad era lograr pinchar a ciegas una cartulina con el corazón de Jesús sobre un mural en el sitio correcto. Las carcajadas retumbaban por la plaza ante las intentonas de los jugadores. Los galardones para los adultos: un sobre con veinte lukitas. ¿Y de dónde salían estos dineros para las pruebas y las recompensas? Pues de las colaboraciones de la gente. Porque acá es asombroso cómo todo el mundo echa un cable para que el festejo se pueda armar, es una verdadera minga, una especie de crowdfunding amazónico.
Llegó la Eucaristía, con la iglesia llena. Y después la velada, que consiste en danzar ante la imagen, en una expresión corporal, comunitaria y espiritual de la veneración al patrón. Nos íbamos aventando con nuestros pañuelos, al compás de la música tradicional, y yo me sentía en paz y a gusto, y además creo que me sale cada vez mejor, ¿eh? Las tortas estaban listas con el número 65, el cumpleaños de la parroquia.
Sobre nuestras cabezas, el tejado de la iglesia se veía flamante, recién renovado completamente gracias a la ayuda de la parroquia de Santiago, de Don Benito. ¡Gracias!
Guardo otros detalles preciosos de los tres días de visita. Me invitaron a deliciosas comidas: pescado con plátano y yuca; o majás, la más fina carne de monte –no me ponen cualquier cosa–. En la reunión con el equipo parroquial hablamos de que falta cerrar el techo para que no ingresen las palomas (quien quiera apoyar a esta obra, que me avise). Y hasta se dio la ocasión de conversar con un joven y sus padres acerca de su inquietud vocacional, casi nada.
Porque en Orellana pasan cosas siempre, también cuando no voy”.

