El sueño del Papa: la cooperación misionera entre todos los miembros de la Iglesia
- On 5 de junio de 2023
OMPRESS-ROMA (5-06-23) El Papa Francisco recibía este sábado en audiencia a los participantes en la Asamblea General anual de las Obras Misionales Pontificias, en la que participan más de 110 directores nacionales de la red de las OMP de todos los continentes, acompañados por el cardenal Luis Antonio Tagle. Junto al cardenal el presidente de las Obras Misionales Pontificias, Mons. Emilio Nappa, y los responsables de las diversas Obras.
El Papa se ha dirigido a todos ellos recordando que la comunidad cristiana es misionera por su propia naturaleza, que lo es desde el momento en que vino el Espíritu Santo “para hacer ese ‘desorden’ tremendo que ocurrió la mañana de Pentecostés”. Dirigía después su mirada al Corazón de Jesús, cuya solemnidad se celebra en este mes de junio, para reflexionar, a la luz de ese Corazón, “sobre el carisma y la misión de las Obras Misionales Pontificias”. Es en “el Corazón traspasado del Crucificado podemos descubrir la medida infinita del amor del Padre”. La misión a la que hemos sido enviados no es otra, señalaba el Papa Francisco, que “ser signo del Corazón de Cristo y del amor del Padre, abrazando al mundo entero. En esto encontramos el ‘corazón’ de la misión evangelizadora de la Iglesia: llegar a todos con el don del amor infinito de Dios, buscar a todos, acoger a todos, ofrecer nuestra vida por todos sin excluir a nadie”. Por tanto, “toda nuestra misión brota del Corazón de Cristo, para dejar que Él atraiga a todos hacia sí. Y este es el espíritu místico y misionero de la beata Paulina María Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe, que fue tan devota del Sagrado Corazón de Jesús”.
Recordó que, en la Constitución Praedicate Evangelium, con la que él mismo ha refrendado la misión y estructura de la Curia Romana las OMP son “instrumentos de promoción y de responsabilidad misionera de cada bautizado y para apoyar a las nuevas Iglesias particulares”. Es decir, “no son una mera agencia de distribución de fondos para los necesitados de ayuda, sino una realidad llamada a sostener la misión evangelizadora de la Iglesia universal y de las Iglesias locales y a alimentar el espíritu misionero en el Pueblo de Dios”. Animaba por ellos a los directores nacionales llegados de todo el mundo a “intensificar aún más, con la audacia y la fantasía del Espíritu Santo, las diversas actividades de animación, información y formación del espíritu misionero”. También les invitaba “a promover la responsabilidad misionera de los bautizados, potenciando la red capilar de las direcciones nacionales, tanto en los países de primera evangelización como en los de antigua tradición cristiana, que quizás necesitan una nueva primera evangelización”. Les pedía: “Por favor, no reduzcan las OMP al dinero. Este es un medio. Se necesita dinero, sí, pero no las reduzcan a eso. Son algo más grande que el dinero. Necesitamos el dinero para salir adelante. Pero si falta la espiritualidad y se trata solo de una empresa que produce dinero, llega inmediatamente la corrupción”.
A la luz de todo esto, “permítanme soñar junto a ustedes ‘con los ojos abiertos’, es decir, mirando lejos juntos”. Y el sueño más grande, decía el Papa, “es el de una cooperación misionera cada vez más estrecha y coordinada entre todos los miembros de la Iglesia. En este proceso ustedes tienen un papel importante, que se lo recuerda también el lema del padre Manna para la Pontificia Unión Misional: Toda la Iglesia para todo el mundo”. Este sueño exige cultivar la comunión y la fraternidad. Por eso, resulta “significativo que los fundadores de las Obras hayan sido un obispo, un sacerdote y dos laicas, es decir, representantes de diferentes categorías de bautizados; este es un signo que nos compromete a involucrar a todos los miembros del Pueblo de Dios en la animación misionera”.
Concluía el Papa Francisco dando las gracias a los “aquí presentes y a todos los colaboradores y colaboradoras su servicio, realizado a menudo ‘lejos de los reflectores’ y en medio de muchas dificultades. Les deseo que abunden siempre de celo apostólico y que estén apasionados por la evangelización. Lleven el Evangelio con alegría, para que se difunda por todo el mundo, y que la Virgen los acompañe como Madre. Los bendigo de corazón. Y, por favor, recen por mí. Gracias”.