El Papa ha regresado a la “patria” de su pequeña Teresita

  • On 25 de abril de 2025

OMPRESS-LISIEUX (25-04-25) Santa Teresa del Niño Jesús, la santa de Lisieux, siempre fue una amiga cercana del Papa Francisco. En su primer viaje, el que le llevó a la JMJ de Brasil, reconoció que llevaba un libro sobre ella, “de la que soy muy devoto”. Desde el Santuario de la Patrona de las Misiones en Lisieux han recordado este vínculo.

Así desde la Basílica de Santa Teresa se rezará y se unirán mañana, bajo la guía de un sacerdote, a la transmisión en directo del funeral del Papa, que ha llegado a la “patria” de Santa Teresa del Niño Jesús, “el hermoso cielo” que decía ella. La designó figura jubilar del Años Santo y el pasado 18 de diciembre, el Papa Francisco veneraba en Roma un relicario de Santa Teresa que llegaba para permanecer durante este tiempo de peregrinación. Este vínculo con la santa de Lisieux quedó aun más claro cuando el 15 de octubre de 2023, hace año y medio, publicaba el Santo Padre “C’est la confiance”, una exhortación apostólica sobre la confianza en el amor misericordioso de Dios con motivo del 150 aniversario del nacimiento de la santa carmelita, en el que hace un amplio recorrido por su espiritualidad y su legado. Aquella chica “había entrado al Carmelo «para salvar almas»”, recordaba el Papa, porque “no entendía su consagración a Dios sin la búsqueda del bien de los hermanos. Ella compartía el amor misericordioso del Padre por el hijo pecador y el del Buen Pastor por las ovejas perdidas, lejanas, heridas. Por eso es patrona de las misiones, maestra de evangelización”.

Santa Teresa decía, y así lo recogió el mismo Papa en esa exhortación apostólica, que “Dios no me daría este deseo de hacer el bien en la tierra después de mi muerte, si no quisiera hacerlo realidad”. Todo lo que Santa Teresa haría después de su muerte sería, decía ella misma, “como una lluvia de rosas”. En un encuentro en Roma, el padre Emmanuel Schwab, rector del Santuario de Lisieux, le entregó una rosa al Papa Francisco. El Papa le dijo: “Esta es la señal que estaba esperando”. Era la respuesta a una gracia que había recibido.

Esta es la oración con la que concluía la exhortación apostólica “C’est la confiance”: Querida santa Teresita, la Iglesia necesita hacer resplandecer el color, el perfume, la alegría del Evangelio. ¡Mándanos tus rosas! Ayúdanos a confiar siempre, como tú lo hiciste, en el gran amor que Dios nos tiene, para que podamos imitar cada día tu caminito de santidad. Amén.

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