OMPRESS-ROMA (25-10-22) El Papa Francisco recibía el pasado sábado a las Misioneras Combonianas reunidas en el Capítulo General de la congregación, en este año en que celebran el 150 aniversario de su fundación, siendo, como el lema que han escogido para esta efeméride, “una promesa que continúa”. El Papa las recibía en la Sala del Consistorio junto a las religiosas del Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida, que también están celebrando su capítulo general.

A las Misioneras Combonianas reconocía lo acertado de la reflexión de su capítulo general: “Os proponéis encontrar nuevos caminos de evangelización y de proximidad. Esta es una palabra clave: proximidad, porque es el estilo de Dios. En el Deuteronomio Dios le dice a Israel: ‘Ves, ¿qué pueblo tiene sus dioses tan próximos, tan cercanos como yo de ti?’. El estilo de Dios es la cercanía, la misericordia y la ternura”. Les animaba el Papa, en su donación misionera, “a imitar el celo apostólico de san Daniel Comboni, que hace 150 años, animado por el amor de Dios y la pasión por el Evangelio, sintió la llamada a dar vida a vuestro Instituto pensando en los más pobres y abandonados de Sudán, víctimas de la esclavitud”. Y reconocía que cuando mira a África ve la buena labor que llevan a cabo los combonianos y combonianas, y es que “¡Vosotras dais vida a la misión! Gracias, gracias por lo que hacéis”.

Al imitar a su fundador, las Combonianas, señalaba el Santo Padre, os pondréis “al servicio de las víctimas de las esclavitudes modernas, que como plagas sociales siguen presentes a gran escala en todo el mundo. Esclavizan en la prostitución, en el tráfico de personas, en el trabajo forzado, en la venta de órganos, en el consumo de drogas, en el trabajo de niños vergonzosamente explotados, en los emigrantes, víctimas de intereses ocultos. Vosotras estáis allí”. Son problemas, subrayaba, que no pueden superarse sin eliminar sus causas: “la pobreza, la desigualdad y la discriminación”. Las Misioneras Combonianas ofrecen la respuesta cristiana, que es la caridad, “animada por la confianza en la Providencia, que sabe amar la propia época y, con humildad, da testimonio del Evangelio. Al hacerlo, sois conscientes de ir contracorriente, chocando con la cultura del individualismo y la indiferencia, que genera soledad y provoca el descarte de muchas vidas”.