El misionero Teodoro Arranz: “No sabría ser párroco sin escuela”

  • On 13 de diciembre de 2018

OMPRESS-CHILE (13-12-18) Fue en 2010 cuando un periódico propuso al misionero claretiano Teodoro Arranz San Juan como uno de los personajes más relevantes en la historia de la Araucanía, una de las regiones chilenas más hermosas, situada en la zona central del país. Se celebraban los 200 años de la independencia de Chile y en Temuco, la capital de la Araucanía, reconocieron en el padre Teodoro la labor de los misioneros claretianos llegados a aquella tierra en el año 1903. Allí levantaron el Instituto Claret, una de las instituciones educativas más importantes del país.

Teodoro Arranz, nacido en Valladolid, llegó a Chile en 1956 y fue, durante más de 40 años director del instituto. El instituto no dejó de crecer así que el director levantó fuera un gran campus a las afueras. La labor de este misionero ha trascendido lo meramente educativo y formó comunidades cristianas, levantó capillas y creó la Escuela Especial Claretiana, donde niños y jóvenes discapacitados de ambos sexos se forman y capacitan para integrarse a la sociedad. Lógicamente fue declarado Ciudadano Ilustre por la Municipalidad de Temuco.

Hoy el padre Teodoro ha escrito, agradeciendo que las Obras Misionales Pontificias, le felicitaran por su 89 cumpleaños:

“Mi vida ha sido de misionero docente desde el año 1957 y sigo cooperando en la docencia hasta que el Señor quiera. El colegio Instituto Claret cuenta actualmente con más de 110 cursos, incluidos 12 de la Escuela Especial Claret, con casi 4.000 alumnos atendidos por 400 profesores y funcionarios de la educación. Es el colegio particular gratuito más grande de Chile. Sus dependencias están distribuidas en 15,4 hectáreas de terreno bien aprovechado para el deporte, la recreación y la pastoral. Cuenta, además, con una pequeña estación de ferrocarril, pues un tercio (1.300) del alumnado, los cursos superiores, estudian en las dependencias a 15 km del centro de la ciudad y viajan en tren en horario expreso para el colegio.

Casi como deporte o cambio de actividad trabajo en le Parroquia Corazón de María, como vicario desde su fundación en agosto de 1962. En un período fui responsable de la parroquia. En las poblaciones pobres que forman la parte más importante del territorio parroquial hemos construido tres amplias capillas, en las que sigo atendiendo los domingos la misa de una de ellas. O sea que el colegio y la parroquia no son incompatibles. Lo ha demostrado la Comunidad Claretiana de Temuco durante un período superior a los 50 años. Me recuerdo lo que escuché muchas veces a los Misioneros norteamericanos que estaban en Temuco a mi llegada: no sabría ser párroco sin escuela”.

 

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