El Mes Misionero Extraordinario, una ocasión “para despertar una fe, en ocasiones, adormilada o tibia”

El Mes Misionero Extraordinario, una ocasión “para despertar una fe, en ocasiones, adormilada o tibia”

  • On 4 de octubre de 2019

OMPRESS-ORENSE (04-10-19) Mons. Leonardo Lemos, obispo de Orense, recuerda en una carta con motivo del Mes Misionero Extraordinario que este debe ser “una ocasión propicia para despertar una fe, en ocasiones, adormilada o tibia”.

“Para la Iglesia de hoy la actividad misionera es el mayor de los desafíos”, señala el prelado gallego. Es así, porque “la misión es una realidad inherente a nuestra vocación cristiana y es tarea propia del Obispo, como centro de unidad en el apostolado diocesano, promover, dirigir y coordinar la actividad misionera. Eso es lo que procuro hacer dentro de mis limitaciones y fragilidades, aunque tengo que reconocer que esta tarea está muy bien desempeñada por la Delegación episcopal de Misiones. Desde ella, a través de tantas personas que colaboran generosamente con entrega y dedicación, se lleva a cabo esta hermosa y fecunda labor pastoral-misionera”.

“Cada Iglesia particular es misionera por naturaleza y la fuerza expansiva del amor de Cristo nos debe llevar más allá de nuestras fronteras”, explica Mons. Lemos, por eso Orense ha celebrado un Sínodo Diocesano. Este sínodo, entre otras muchas cosas, busca “descubrir la riqueza que aportaron a esta Iglesia local las raíces misioneras de nuestras gentes y, teniendo en cuenta la fidelidad y entrega de esos hermanos y hermanas que hicieron grande a esta Diócesis y llevaron su presencia y vida eclesial más allá de nuestras fronteras, queremos redescubrir cómo podemos ser, hoy, una Iglesia en salida, una Iglesia misionera tanto dentro como fuera de nuestros horizontes existenciales”.

“El Mes Misionero Extraordinario que, por deseo del Santo Padre Francisco, celebramos en octubre de 2019 es una ocasión para acercar de una manera más viva el ser misionero de la Iglesia que tantos de nuestros contemporáneos ignoran, de manera especial los niños y los jóvenes a los que ya no llega el mensaje de la fe, porque el entramado social en el que se mueven y que los rodea por todas partes, los blinda ante cualquier signo del hecho cristiano. Este mes Misionero tiene que convertirse en una ocasión propicia para despertar una fe, en ocasiones, adormilada o tibia y, de manera especial, para hacer presente el mensaje de Jesús anunciado por la Iglesia en los distintos ámbitos de nuestra sociedad donde se encuentren, especialmente, los niños y los jóvenes”. Este mes Misionero, concluye, “es un reto para poner a prueba nuestro talante misionero, para esforzarnos por encarnar nuestra fe en nuestro entorno habitual”.

 

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