El médico venezolano que fue “misionero de la esperanza”
- On 14 de septiembre de 2023
OMPRESS-ROMA (14-09-23) El Papa Francisco, en la audiencia general de ayer miércoles, continuaba con la serie de catequesis, esta es la tercera, dedicadas a la pasión por la evangelización, que comenzara en el mes de enero. Presentaba la figura de un testigo misionero venezolano, el beato José Gregorio Hernández Cisneros.
Nacido en 1864, la fe la recibió sobre todo de su madre porque, reconocía el papa, “son las madres las que transmiten la fe. La fe se transmite en dialecto, es decir con el lenguaje de las madres, ese dialecto que las madres saben hablar con los hijos. Y a vosotras madres: estad atentas en el transmitir la fe en ese dialecto materno”.
Médico, profesor universitario y científico, “fue un doctor cercano a los más débiles, tanto para ser conocido en la patria como ‘el médico de los pobres’. Cuidaba a los pobres, siempre. A la riqueza del dinero prefirió la del Evangelio, gastando su existencia para socorrer a los necesitados. En los pobres, en los enfermos, en los migrantes, en los que sufren, José Gregorio veía a Jesús”. Por eso, añadía el Papa Francisco, “el éxito que nunca buscó en el mundo lo recibió, y sigue recibiéndolo, de la gente, que lo llama ‘santo del pueblo’, ‘apóstol de la caridad’, ‘misionero de la esperanza’. Bonitos nombres”.
Impedido por su fragilidad física para seguir la vida religiosa o sacerdotal, José Gregorio “se aferró a la providencia y, fortalecido por el alma, fue más a lo esencial. Este es el celo apostólico: no sigue las propias aspiraciones, sino la disponibilidad a los diseños de Dios”. Su entusiasmo y su celo venían “de una certeza y de una fuerza. La certeza era la gracia de Dios”. De ahí que sintiese la necesidad de ella y buscara su fuerza en la intimidad con Dios: “Era un hombre de oración – está la gracia de Dios y la intimidad con el Señor – era un hombre de oración que participaba en la misa”.
El beato José Gregorio “nos estimula en el compromiso delante de las grandes cuestiones sociales, económicas y políticas de hoy. Muchos hablan, muchos hablan mal, muchos critican y dicen que todo va mal. Pero el cristiano no está llamado a esto, sino a ocuparse, a ensuciarse las manos”. El cristiano, insistía el Papa en la catequesis, está llamado “a promover el bien y a construir la paz y la justicia en la verdad. También esto es celo apostólico, es anuncio del Evangelio, y esto es bienaventuranza cristiana: «bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Vamos adelante en el camino del beato Gregorio: un laico, un médico, un hombre de trabajo cotidiano que el celo apostólico ha impulsado a vivir haciendo la caridad durante toda la vida”.