El legado de un santo misionero en la India

  • On 19 de julio de 2019

OMPRESS-INDIA (19-07-19) A unos 200 kilómetros al oeste de Calcuta se encuentra Mandar, una zona rural englobada dentro de la diócesis de Ranchi. Allí a 25 kilómetros de la misma ciudad de Ranchi está la pequeña aldea de Jamgain. En ella la labor de un misionero marcó tanto a la población que cada 17 de marzo todo el pueblo se reúne para festejar el Día del padre Constant Lievens. Ese día no se celebra la muerte o el nacimiento de este sacerdote jesuita. Es el aniversario de la llegada de este misionero al pueblo. Era 1885 y sólo se quedó seis meses. No es el único lugar que recuerda a este misionero belga que trabajó durante siete años en otras partes de esta zona conocida como meseta de Chota Nagpur, donde la mayor parte de la población pertenecía en aquel entonces a etnias tribales, como los mundas.

Constant Lievens había nacido en 1856 en Moorslede, Bélgica. Entró en el seminario menor de Roeselare, pero su anhelo era ser misionero por lo que solicitó su admisión en la Compañía de Jesús. Tan pronto como terminó su noviciado fue enviado a la India para completar su formación teológica en Asansol. Lievens fue ordenado sacerdote en Calcuta el 14 de enero de 1883. Dos años después estaba ya en la meseta antes mencionada, Chota Nagpur. Después de unos meses de contactos preliminares y estudio de la lengua y las costumbres de los mundas, se instaló en una cabaña en Torpa, una gran aldea a 60 km al sur de Ranchi, la capital hoy del estado de Jharkhand. Lo que descubrió en Torpa fue una situación desalentadora. Había trabajos forzados, familias endeudadas hasta el extremo y explotación sistemática. Antes que hablar de Cristo y del Evangelio había que restablece los derechos básicos y la dignidad de aquellos hermanos suyos.

Comenzó a recopilar información sobre el derecho consuetudinario tribal y comenzó a defender en los tribunales coloniales ingleses los derechos de aquellos cuya tierra les había sido arrebatada con engaños. En particular, logró que los magistrados ingleses aceptaran que el derecho consuetudinario no escrito se tuviera en cuenta al tratarse de casos tribales. Los éxitos repetidos en los tribunales de justicia del “hombre blanco” le ganaron el corazón de los mundas que vieron en él a un “salvador” y comenzaron a aceptar el cristianismo. Muchos pidieron y recibieron el bautismo, con un gran movimiento de conversión. Si en 1886 el número de cristianos en la zona era solo de 2.700, dos años más tarde ya se habían bautizado 15.000, con unos 40.000 catecúmenos.

Lievens se sintió abrumado por las solicitudes de ayuda judicial, así como por el trabajo de evangelización que debía seguir, así que se enviaron más misioneros. La tierra era un factor importante en la dignidad personal y la identidad de las poblaciones tribales de la meseta de Chota Nagpur, los mundas, oraons y kharias. Tras su nombramiento al frente de la misión, cambió su residencia a Ranchi (1888-1892), la sede del distrito, desde donde la coordinación de las actividades misioneras fue más fácil. Los cristianos ya eran entonces 73.000. La tuberculosis contraída hizo que los médicos lo enviaran a las montañas de Darjeeling (finales de 1891), pero volvió al año siguiente a la misión. Una grave recaída le obligó a detenerse definitivamente. Su superior lo envió de vuelta a Bélgica para recuperarse, pero ya era demasiado tarde y, prácticamente nada más llegar, moría en Lovaina en 1893. Siete años de misión que marcaron la vida y el futuro de sus hermanos mundas.

 

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