“El Arte de hacer el bien”
- On 1 de diciembre de 2023
OMPRESS-MOZAMBIQUE (1-12-23) Este es el lema de la campaña puesta en marcha por los Misioneros de la Consolata en Mozambique y Portugal para impulsar la rehabilitación de un anfiteatro en Massangulo, Mozambique, un lugar de encuentro, en un país que ha sufrido tanta violencia en estos últimos años.
Massangulo, donde los Misioneros de la Consolata tienen una misión, se encuentra en la provincia mozambiqueña de Niassa, a escasos kilómetros de la frontera con Malaui. A lo largo de generaciones, ese anfiteatro de Massangulo “sirvió como espacio de intercambio cultural, fue un lugar para el diálogo interreligioso y para cultivar los dones y talentos de los jóvenes”. “Desde hace mucho tiempo está en total decadencia y abandono”, lamenta el misionero de la Consolata en Mozambique, João Nascimento. El anfiteatro es propiedad de la parroquia de Massangulo, y se espera que tras su rehabilitación, pueda servir para “realizar diversos programas de formación, debates e intercambios culturales”. Los estudiantes de Massangulo podrán explorar su creatividad escénica y expresividad coreográfica. El espacio también puede utilizarse para la proyección de películas y documentales, así como para la realización de concursos artísticos, destaca el misionero, que lamenta que este tipo de espacios no abunden en la provincia de Niassa.
El padre João piensa que “el desafío será hacer de Massangulo un centro cultural de referencia a nivel diocesano y provincial para que podamos promover la creatividad y la innovación. Contamos con la colaboración de todos aquellos que creen que poner en valor y difundir la cultura es uno de los caminos esenciales para la paz y una condición imprescindible para el anuncio y arraigo del Evangelio. El anfiteatro será un espacio para todos: un lugar de encuentro, un espacio multifacético con indiscutibles beneficios en el descubrimiento de nuevos talentos, la convivencia multiétnica y la valorización de la actividad misionera”.
Los Misioneros de la Consolata llegaron a Mozambique en 1926 y, desde entonces y a pesar de las circunstancias muchas veces terribles que ha atravesado el país, han mantenido su compromiso misionero con el pueblo mozambiqueño. Han estado junto a las comunidades cristianas en la guerra de la independencia, en la persecución marxista y nacionalización de estructuras, en la guerra civil y en los desastres naturales que periódicamente ha sufrido Mozambique. Muchas comunidades que les fueron encomendadas llegaron a la madurez y fueron confiadas al clero local.