Educación y salud en medio de la selva gracias a Infancia Misionera
- On 12 de enero de 2023
OMPRESS-MADRID (12-01-23) Jaime Palacios, misionero en Yurimaguas durante 12 años con su mujer y sus cinco hijos, ha explicado esta mañana cómo Infancia Misionera ayuda a los niños en el vicariato apostólico de Yurimaguas, en la selva amazónica en Perú; como un ejemplo de lo que se realiza gracias a esta Obra Pontificia en los 1.118 territorios de misión. Ha sido en la rueda de prensa de la Jornada de Infancia Misionera, que se celebra el próximo domingo 15 de enero con el lema “Uno para todos y todos para Él”, en el que niños y adultos tienen una cita para apoyar el trabajo de los misioneros con niños.
Cuando Jaime Palacios llegó a Yurimaguas sintió que llegaba al fin del mundo, “o al inicio del mundo, según como se mire”. Este ingeniero, que con su mujer y sus cinco hijos ha entregado 12 años a la misión en Yurimaguas, da fe de que las ayudas de Infancia Misionera llegan y hacen mucho bien. En un vicariato con un tamaño superior a dos veces Cataluña, la Iglesia ha basado su acción evangelizadora en tres pilares fundamentales: la educación, la sanidad y la pastoral. Y ha sido pionera, llegando a convertirse en modelo para el Estado, que ha ido llegando a la zona mucho después.
En cuanto a la educación, ha explicado cómo los misioneros desde el principio se adentraron en los caseríos a los que solo se puede llegar por río o avioneta, y fueron fundando escuelas rurales para ofrecer educación primaria. Poco a poco, se fueron creando internados para aquellos jóvenes que querían seguir sus estudios de secundaria, para evitarles viajar varios días por la selva cada día para seguir sus estudios. Según ha explicado, Infancia Misionera les apoya a todos cada año con lo más básico, que es la alimentación.
En cuanto a la atención sanitaria, Palacio ha destacado las grandes dificultades a las que se enfrentan los niños indígenas cuando se ponen enfermos, ya que para llegar a un hospital se tardan días y es muy costoso. Infancia Misionera les apoya para poder evacuarlos y trasladarlos a Lima, y allí ser acompañados y tratados. También apoyan a un hogar para discapacitados y sus familias. La atención sanitaria del vicariato ha sido especialmente necesaria durante la crisis del coronavirus. “Estas ayudas no son asistencialistas, en el caso de Yurimaguas son esencialistas”.
Y por supuesto, también han recibido ayudas para la atención pastoral de los niños en Yurimaguas. Desde allí monseñor su obispo, el misionero pasionista español Jesús María Aristín, ha querido enviar un saludo en vídeo. “Gracias a Infancia Misionera nos llegan muchas ayudas. Os lo agradezco y os animo a seguir colaborando para que la Iglesia misionera pueda seguir atendiendo a miles y miles de niños en Yurimaguas”. Y en todo el mundo, ya que Yurimaguas es solo uno de los 1.118 territorios de misión que reciben el apoyo de Infancia Misionera todos los años, de forma equitativa.
José María Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias -organizadora de esta Jornada-, ha explicado que Infancia Misionera enseña a los niños de todo el mundo que “la Iglesia no es solo su barrio o su parroquia”, sino que es el mundo entero “y que hay muchos niños que no conocen a Jesús o viven en condiciones muy difíciles”. Calderón ha insistido en que no se trata de una obra en la que los ricos ayudan a los pobres, sino que se trata de “cristianos que se ayudan entre sí”. Infancia Misionera, aunque genuinamente promueve la ayuda recíproca entre los niños del mundo, también hace un llamamiento a los adultos para colaborar. “Qué bueno que podamos ayudar a que los misioneros tengan ayuda económica para sacar adelante sus proyectos con niños”.
Gracias a la generosidad de niños y mayores, cada año se apoya a más de 2.500 proyectos infantiles de educación (44%), sanidad y protección de la vida (23%) y evangelización (33%). España es el país más generoso con Infancia Misionera. Con una aportación de 2.171.773,25 euros, ha podido apoyar 335 proyectos en 35 países. Y lo curioso es que, entre los donantes, muchos de ellos son niños. Su aportación se suma a la de otros cientos de países, y forma un Fondo Universal de Solidaridad, que en 2022 reunió más de 12 millones de euros, que es distribuido equitativamente entre los territorios de misión.