Dos misioneros en Ecuador y un obispo indio, declarados venerables

  • On 23 de mayo de 2025

OMPRESS-ROMA (23-05-25) El Papa León XIV firmaba los decretos referentes a los misioneros Alejandro Labaka e Inés Arango y al obispo indio Matthew Makil por los que se les declara venerables. Se reconoce así la ofrenda de la vida del obispo español y de la religiosa colombiana y las virtudes heroicas del prelado asiático.

El 21 de julio de 1987 morían alanceados en un rincón de la Amazonía ecuatoriana, Alejandro Labaka, obispo capuchino del Vicariato Apostólico del Aguarico, e Inés Arango, religiosa Terciaria Capuchina. Mons. Labaka, nacido en 1920 en la localidad guipuzcoana de Beizama, fue durante siete años misionero en China, de donde fue expulsado por el régimen comunista. De ahí pasó a Ecuador, donde permaneció desde 1954 hasta 1987. Fue prefecto apostólico y después vicario apostólico de Aguarico, en la Amazonía ecuatoriana. En el año 1977 logró contactar con los waoranis, también conocidos como huaorani, una minoría étnica de la Amazonía que vivían desde tiempos ancestrales sin ninguna relación con la civilización. Compartió la vida con ellos y escribió sus experiencias en el libro “Crónica waorani”. En el año 1987, junto con la hermana Inés Arango, misionera Terciaria capuchina, arriesgó su vida para contactar a los tagaeri, otro pueblo oculto de la selva amazónica, lo que les llevaría a la muerte.

Las empresas petroleras amenazaban con entrar en el territorio indígena y acabar con ellos. Pero ambos misioneros, que habían contactado antes con otros muchos grupos, no tuvieron suerte. “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”, dijo monseñor Labaka antes de emprender su última misión.

La hermana Inés Arango Velásquez había nacido en Medellín, Colombia, el 6 de abril de 1937. Tras entrar en la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, fundada por el valenciano Luis Amigó y Ferrer, se dedicó a la enseñanza. En 1977, fue destinada a Nuevo Rocafuerte, en el Vicariato Apostólico de Aguarico, en Ecuador, donde trabajó en el hospital, al mismo tiempo que se dedicó a la evangelización de varias comunidades indígenas a orillas del río Napo, junto a los misioneros capuchinos Alejandro Labaka y Manuel Amunárriz. En 1987 fue destinada a Coca, donde se dedicó a la evangelización de los Huaorani. Fue entonces cuando se unió a Mons. Labaka en su esfuerzo por llegar hasta los indígenas tagaeri. Ambos, a pesar de conocer el riesgo que suponía entrar en contacto con una tribu hostil, se hicieron llevar en helicóptero a un lugar previamente acordado. Los dos fueron alanceados y sus cuerpos se encontraron junto a una gran choza cuando el helicóptero del ejército ecuatoriano fue a buscarlos al día siguiente.

El martirio de Alejandro e Inés marcó la historia de los misioneros que han vivido y trabajado en este rincón de Ecuador. Un rincón que fue confiado a los capuchinos en 1953 cuando se creó la Prefectura Apostólica de Napo, el actual Vicariato Apostólico de Aguarico, uno de los ocho territorios de misión de Ecuador. Comenzó entonces una historia misionera marcada por las continuas llegadas de capuchinos españoles y de varias congregaciones femeninas que se sumaron a la tarea misionera.

Por su parte, Matthew Makil, obispo y fundador de las Hermanas de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, nació en 1851 en Manjoor, en una familia cristiana acomodada. Tras completar sus estudios, fue ordenado sacerdote en 1874 de la Iglesia católica siro-malabar, la Iglesia que ha conservado en la India la tradición de los cristianos evangelizados por el apóstol Santo Tomás. En Verapoly, enseñó la lengua siríaca en el seminario y sirvió como párroco asistente en dos parroquias locales. En junio de 1892 fundó la Congregación de las Hermanas de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, dedicada principalmente a la educación de las niñas. En agosto de 1896 fue nombrado Vicario Apostólico de Changanacherry, donde trabajó por el progreso espiritual y material del Vicariato, promoviendo la formación catequética y la educación escolar.

Experimentó las dificultades causadas por el conflicto que había en el vicariato entre los llamados “norteños” (que se creían descendientes de la comunidad fundada por Santo Tomás Apóstol) y los “meridionales” (que, en cambio, se consideraban sucesores de los emigrantes llegados de Mesopotamia). La acción más importante que promovió fue buscar la paz y la serenidad en las relaciones entre las dos comunidades. Para promover la reconciliación, en 1911 presentó a la Santa Sede el proyecto de dividir el vicariato de Changanacherry en dos vicariatos específicos, uno para los “sureños” y otro para los “norteños”. El Papa San Pío X aceptó la propuesta erigiendo el Vicariato de Kottayam para los sureños, confiándolo al cuidado pastoral del mismo Mons. Matthew Makil, quien lo guió hasta su muerte, tras una breve enfermedad, el 26 de enero de 1914.

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