De los samuráis a los mangas: la epopeya cristiana en Japón
- On 8 de marzo de 2024
OMPRESS-PARÍS (8-03-24) Este es el título de la exposición que abrirá sus puertas el próximo 15 de marzo. Organizada por las Misiones Extranjeras de París y el Institut de Recherche France Asie, hace un recorrido por la historia de la presencia cristiana en Japón, desde la llegada de San Francisco Javier, en 1549, hasta nuestros días. Paralelamente a la exposición, tendrán lugar conciertos y conferencias que afrontarán algunos momentos y temas de esta historia. El lugar de la exposición, la sede de Misiones Extranjeras de París, en el 128 de la rue du Bac de la capital francesa.
La exposición comienza con una introducción, que recoge objetos y documentos que orientan al visitante sobre las condiciones de la circunnavegación en el siglo XVI hacia Asia y el cuasi monopolio del padroado portugués para llegar al archipiélago japonés. Después se suceden las cinco partes en que se puede dividir esta historia: el siglo cristiano, la clandestinidad, el cristianismo sale de las sombras, libertad vigilada y, finalmente, la Iglesia de Japón de 1945 hasta nuestros días.
La historia de la presencia cristiana en Japón ofrece, durante los primeros siglos de su existencia, una doble cara, con una expansión rápida con beneficiosos efectos, y una serie de reveses, de desastres, que llevan a una de las persecuciones más sistemáticas y crueles que haya sufrido el cristianismo en toda su historia. Con el advenimiento de la era Meiji (1868), Japón puso fin oficialmente a su política de aislamiento iniciada a principios del siglo XVII. Unos años antes, el padre Bernard Petitjean (1829-1884), misionero de las Misiones Extranjeras de París, había podido establecerse en Nagasaki y construir allí una iglesia, consagrada en febrero de 1865. Algunas semanas después de esta apertura, simples pescadores y modestos artesanos, descendientes de antiguos cristianos japoneses (Kakure Kirishitan) e intrigados por la nueva construcción, se dieron a conocer discretamente al misionero. A pesar de su total aislamiento durante dos siglos y medio y de las gravísimas represalias que pesaban sobre ellos en caso de denuncia, conservaron la fe. En 1889, la promulgación de la Constitución Meiji reconoció numerosas libertades para los súbditos del Emperador, incluida la libertad religiosa, lo que permitió una mayor expansión del cristianismo por todo el archipiélago.
Resulta muy interesante el catálogo de la exposición, que se puede descargar aquí.