¿Cómo será nuestra Navidad en Perú?
- On 20 de diciembre de 2022
OMPRESS-PERÚ (20-12-22) El sacerdote de León, José María Rojo, del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), lleva en Perú desde 1975. Ha vivido y convivido con el pueblo peruano y sufre como peruano la situación que vive el país. Envía este testimonio a OMPress que lleva como título, “¿Un año sin Navidad en Perú?”.
“Me encantaría cambiar el titular de la nota, pero mucho nos tememos que va a ser difícil. Estamos ya a 19 de diciembre y – en los sectores populares de la capital, suponemos que en el campo peor – no se ven signos de celebración navideña. Y es que el Perú está ya de luto. Van 23 muertos (ni hay acuerdo en la cifra). 7 en un solo día y un solo lugar: Ayacucho, el 15 D, justo el primer día que se permitió intervenir al Ejército. ¡Son demasiados muertos y todos del mismo lado! (los muertos los pone el pueblo pobre: no hay ningún banquero, ni empresario, ni general, ni arzobispo).
Podemos colocar una larga lista de causas de la situación que se inicia el día 7 de este mes, con el autogolpe del ex presidente P. Castillo y los levantamientos populares que día a día se fueron sucediendo y hasta creciendo. Han corrido ríos de tinta y páginas virtuales; pero, en mi opinión, todo ha servido para que se destape un viejo y serio problema de identidad nacional (hablan de 200 años, tantos como tiene la República). En Perú ni los vivos ni los muertos, valen lo mismo ni pesan igual. Peor aún, digámoslo claro, para una minoría costeña (blanca y criolla, casi siempre) el resto del Perú pobre, ni saben lo que necesitan, ni comprenden, ni mucho menos son capaces de gobernar. Por eso no fue aceptado Pedro Castillo al ganar las elecciones en 2021. Por eso ‘se le inventó’ un fraude, donde ni pudo haber ni nadie vio salvo la oposición y a los que convencieron (con todo el dinero, los abogados y el tiempo del mundo para tratar de demostrarlo hasta hoy).
Por desgracia el propio Castillo cometió graves errores y delitos, acabando de la peor manera, cerrando el Congreso y dando un fallido golpe de estado. Ello ha propiciado que un Congreso con solo 8% de aprobación popular se permitiera celebrar ante las cámaras su ‘triunfo’ a la caída de Castillo y que los otros desataran, con violencia, su rabia contenida y reprimida. Pienso sinceramente que lo primero – la ‘celebración victoriosa’ por el Congreso – ha sido lo más vergonzoso de la crisis y la peor de las violencias.
No se trata ni de justificar todas las acciones en los levantamientos ni mucho menos la violencia generada. Incluso se palpa y se siente que, en general, ni se pide la vuelta de Castillo (falló a los pobres que lo eligieron) ni la sola salida de la presidenta Dina Boluarte (no muy querida antes de las protestas y menos después al no asumir valientemente el tema de los muertos). Muchos sentimos que la rabia se expresa en la frase escuchada y escrita por doquier: ‘que se vayan todos’ (y entre ellos, clara y principalmente, los Congresistas).
A muchos nos gustaría que hubiera un final con diálogo sincero y con respuestas claras a los principales pedidos de ese pueblo pobre que está expresando su rabia ante un ‘ninguneo’ secular. De lo contrario, puede que – una vez más – ese pueblo baje la cabeza y rumie su rabia hasta la próxima ocasión.
Una palabra sobre la actuación de la Iglesia. Me gustaría equivocarme, pero pienso que no hemos estado a la altura: ni como jerarquía ni como pueblo creyente. En el país donde nació, con Gustavo Gutiérrez, la Teología de la Liberación, pienso que como Iglesia, no hemos mostrado en todo este tiempo la Opción Preferencial por los Pobres. Ella es uno de sus puntales mejor fundamentados bíblicamente (el Papa Benedicto XVI dijo en Aparecida-Brasil, en el 2007, que no puede haber ni Iglesia ni fe en Jesucristo si no se opta claramente por los pobres). No basta, por ej., con convocar a una ‘jornada de Oración’ y colocar ‘un símbolo por la paz’ (una bandera blanca en las casas). Se puede y se debe hacer mucho más. ¿Cómo será nuestra Navidad en Perú?”.