Como los primeros cristianos: la ayuda a un territorio de misión
- On 22 de febrero de 2024
OMPRESS-BOLIVIA (22-02-24) El obispo misionero italiano Eugenio Coter, Vicario Apostólico de Pando, en Bolivia, ha agradecido la “ayuda ordinaria” que se le ha enviado desde España. Esta ayuda es la que las Obras Misionales Pontificias hacen llegar a todos los territorios de misión –hay 1.123–, no como si fuera un “proyecto”, sino como un apoyo fijo a quienes, con la ayuda de Dios, están haciendo crecer una joven iglesia.
Cada una de estas jóvenes iglesias, la expresión con la que el Papa Francisco en ocasiones hace referencia a los territorios de misión, cuenta cada año con una aportación fija, mayor o menor según sus necesidades, para cubrir sus gastos ordinarios. Es el caso del Vicariato Apostólico del Pando, que se extiende por el norte de Bolivia, en la región amazónica y hace frontera con Brasil. Los más de doscientos mil católicos que en él viven, tres de cada cuatro de sus habitantes, se integran en seis parroquias “estables” más una “itinerante”, la más grande, que recorre ríos y selvas, para que los alejados puedan tener acceso a los sacramentos y a la Palabra de Dios y, también, a medicinas o productos básicos, cuando se necesitan. De los 18.000 dólares recibidos, una tercera parte, 6.512,30 se han destinado a los servicios básicos de la sede del vicariato, el resto casi en su totalidad se han dedicado a la misión permanente de la parroquia “itinerante”, a cubrir los viajes, el mantenimiento y reparación de los medios para moverse, y a la manutención de quienes hacen posible que la Iglesia siga viva en esta zona amazónica.
Este es el destino de las ayudas ordinarias que envían las Obras Misionales Pontificias a los territorios de misión. Con la generosidad de tantos fieles del mundo con la campaña del Domund, con herencias y legados, con donativos a lo largo de todo el año se crea un Fondo de Solidaridad. La mitad de dicho fondo se compartirá y dividirá en 1.123 partes para los 1.123 territorios de misión. La otra mitad irá destinada a proyectos solicitados por cada diócesis, para afrontar de manera puntual las necesidades más urgentes. El Fondo de Solidaridad se crea gracias al amor a las misiones de los fieles de todos los países del mundo, tanto pobres como ricos, con antigua tradición cristiana o que han recibido el Evangelio no hace tanto. Un fondo que lo integra el millón y medio de dólares que aporta la próspera Corea, con los 400.000 dólares de la siempre martirizada República Democrática del Congo. Los quince millones de España, a la que llegó San Pablo, con los muy meritorios 5.282 dólares aportados por Sudán del Sur, el país más joven de la tierra. Como los primeros cristianos.