Celebrando el Octubre Misionero en Navarra

  • On 10 de octubre de 2025

OMPRESS-NAVARRA (10-10-25) La archidiócesis de Pamplona-Tudela ha impulsado la vivencia del mes del Domund, el Octubre Misionero, desde la oración y el agradecimiento a los numerosos misioneros navarros en el mundo: un encuentro de oración de jóvenes con el arzobispo y una celebración especial el Día de Santa Teresa del Niño Jesús han marcado la clave de este mes.

Así, el 1 de octubre, con motivo de la fiesta de Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las Misiones, la Delegación de Misiones de Pamplona-Tudela y las Obras Misionales Pontificias en Navarra celebraron el Encuentro “Misión y contemplación”. Una celebración que tuvo lugar en un ambiente de fraternidad y oración, reunió a 45 representantes de roperos y mercadillos misioneros de Navarra, además de contar con la presencia de varios misioneros navarros que actualmente viven en diferentes partes del mundo. Como explican desde la Delegación de Misiones, fue un espacio de comunión y gratitud hacia el compromiso silencioso de tantas personas que, desde la sencillez y el servicio, sostienen a quienes han dejado su tierra para anunciar el Evangelio en contextos lejanos y, muchas veces, difíciles.

Actualmente, 428 misioneros navarros están repartidos en 57 países de África, América, Europa y Asia, integrando el gran conjunto de casi siete mil misioneros españoles que sirven en los cinco continentes. Ellos son el rostro visible de la entrega, pero detrás de cada uno late la fuerza del trabajo callado de quienes apoyan desde la distancia: los roperos y mercadillos solidarios.

Durante la misa jubilar celebrada en la Catedral de Pamplona, el Delegado de Misiones y director de OMP en Navarra, Óscar Azcona, expresó su agradecimiento a todos los presentes, destacando especialmente la “increíble labor al servicio de los misioneros que desarrollan los roperos durante todo el año”. Subrayó que se trata de “una labor humilde y callada que supone un gran apoyo para los misioneros”, pero cuyo valor es incalculable por el bien que genera. Invitó a los participantes a cultivar, a ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús, un “corazón orante” y abierto al Espíritu Santo, recordando que “solo así podremos ser testigos veraces de Dios, transmisores de esperanza y portadores de júbilo”. Sus palabras resonaron como una llamada a que la misión no se entienda únicamente como envío a tierras lejanas, sino como una actitud de vida para todo cristiano.

El viernes 3 de octubre por la tarde la capilla de San Fermín de la Parroquia de San Lorenzo de Pamplona acogía un encuentro de oración para jóvenes, presidido por Mons. Florencio Roselló, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela. El Domund del próximo 19 de octubre marcó esta “Oración de los jóvenes con el obispo”. La capilla se llenó de jóvenes que quisieron unirse en torno al Santísimo Sacramento. El momento central de la celebración fue la solemne exposición del Santísimo, acompañada por los cantos del coro de familias de Estella, que contribuyó a crear un clima de oración sereno y esperanzador. Las voces, unidas al silencio orante de los presentes, fueron vehículo de alabanza y entrega.

En su meditación, Mons. Roselló ofreció a los jóvenes tres claves fundamentales que, según él, definen el corazón del misionero. En primer lugar, la humildad, virtud que permite reconocer la propia pequeñez ante Dios y abrirse a su gracia. “El misionero –dijo el arzobispo– se pone ante el Señor con sencillez y le suplica: Señor, aumenta mi fe”. El segundo rasgo que destacó fue la esperanza. Los misioneros, explicó, son portadores de esperanza porque viven con coherencia lo que predican; su testimonio no se limita a las palabras, sino que se manifiesta en sus gestos, en su estilo de vida y en su alegría, incluso en medio de las dificultades. Finalmente, subrayó la sencillez como signo distintivo del verdadero apóstol. “El misionero –afirmó– vive y transmite su fe desde lo cotidiano, sin buscar grandezas, sino dejando que sea Cristo quien actúe a través de él”. Mons. Roselló recordó también que “los misioneros no tienen fronteras, porque van en nombre de Jesús”, invitando a todos los presentes a sentirse parte de una Iglesia sin límites, abierta a todos los pueblos y culturas. Concluyó con un deseo que resonó en los corazones de los asistentes: “Ojalá los misioneros sean modelo y testimonio para nosotros, y nos susciten el deseo de querer ser como ellos.”

Durante la adoración, se presentaron intenciones por los misioneros que, desde los lugares más diversos del mundo, anuncian el Evangelio con generosidad. También se oró por las vocaciones misioneras y por los jóvenes que, desde Navarra, se sienten llamados a ofrecer su tiempo y su vida al servicio del Evangelio. El ambiente fraterno que se generó, unido a la cercanía del arzobispo, dejó en todos un mensaje claro: ser misionero no es solo una vocación lejana, sino un modo de vivir la fe desde la humildad, la esperanza y la sencillez, señalan desde la Delegación de Misiones de Pamplona.

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