Carta del Domund del Arzobispo de Sevilla
- On 3 de octubre de 2023
OMPRESS-SEVILLA (3-10-23) El arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, escribe a los fieles sevillanos con motivo del próximo Domund, recordándoles que, aunque la misión es cosa de todos los días, esta jornada es un momento singular para la oración, la ayuda, el recuerdo y la gratitud a todos los misioneros y misioneras.
“Celebramos nuevamente el Domingo Mundial de las Misiones. Domund. La Iglesia misionera de Sevilla recuerda a tantos hermanos que, a lo largo de los siglos, han partido de nuestra archidiócesis para evangelizar el mundo, mártires y santos, que nos iluminan para mantener la conciencia de que la Iglesia Universal es y ha de ser siempre misionera.
‘Corazones ardientes. Pies en camino’ es el lema de este año que nos recuerda el encuentro con Jesús con los discípulos de Emaús que estaban tristes tras ver al Mesías crucificado y habían pensado que su muerte era el fin. Pero al ir explicándoles el mismo Jesús, al que en un primer momento no reconocieron, las Escrituras y los misterios pascuales, sintieron que su corazón ‘ardía’ (Lucas 24, 32). Eses fuego en el corazón refleja la alegría que emana de la verdadera conversión que los llevó, “levantándose en aquel momento” (Lucas 24, 34), a ir con presteza a compartir su experiencia con los demás discípulos. Fuego que a todos nosotros nos debe llevar a colaborar en la gran promesa misionera y evangelizadora de Jesús, ya que ‘en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos’ (Lucas 24, 47). Esa llamada es lo que nos recuerda esta jornada.
El Papa Francisco, en su mensaje para esta jornada, nos recuerda que ‘no es posible encontrar verdaderamente a Jesús resucitado sin sentirse impulsados por el deseo de comunicarlo a todos’, por lo que ‘la misión tiene un carácter universal’. Esto es, va dirigida a todos y para todos.
Todos los cristianos hemos de ser misioneros, cada uno conforme a su vocación y sus posibilidades y a través de muy distintas contribuciones: las personas de vida consagrada a través de la oración que fortalece el cuerpo místico de la Iglesia; los padres y educadores, inculcando esa llama en sus hijos y pupilos, el seminario priorizando la animación misionera en el discernimiento vocacional; todos orando y si es posible con una colecta generosa sin la cual sería imposible el sostenimiento de tantos misioneros y misioneras.
Pero son los que parten a tierras y culturas lejanas, aún con el riesgo de su propia vida, quienes más vivamente representan eses anhelo de llevar el mensaje de Cristo a todos los confines de la tierra, haciendo suyo el firme convencimiento de toda la Iglesia ‘de la capacidad de la Palabra de Dios para llegar a todas las personas humanas en el contexto cultural en que viven’, asumiendo con ello que ‘el auténtico paradigma de la inculturación es la encarnación del Verbo’, para evangelizar ‘haciendo fermentar desde dentro la cultura local, valorizando los semina Verbi (semillas de la Palabra) y todo lo que hay en ella de positivo, abriéndola a los valores evangélicos ‘ (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini).
El mundo, atribulado por guerras, injusticias, desastres naturales necesita más que nunca de la acción misionera de la Iglesia, siguiendo el esquema que nos brinda el lema de esta Jornada: escuchemos a Cristo, hagamos, nuestro su mensaje y dejémonos incendiar por su amor. Y, así con el corazón ardiente, levantémonos en este momento, abandonando nuestras comodidades y rutinas y partamos con pies ligeros al encuentro de nuestros hermanos para, como hicieron los discípulos de Emaús, trasladarles esa Buena Nueva que incendia nuestro corazón; porque ese fuego que arde en nosotros cuando nos abrimos a Cristo no puede ser apagado, sino que necesita ser compartido.
La misión es cosa de todos los días, pero en esta jornada, debemos centrarnos de manera singular en la oración, la ayuda, el recuerdo y la gratitud a todos los misioneros y misioneras, a los que partieron a la misión desde Sevilla y desde todos los lugares del mundo; a los que lo hicieron en el pasado, empezando por los mismos Apóstoles, y a quienes parten en nuestros días. Y también debemos pedir muy especialmente por las vocaciones misioneras. Y hagámoslo rogando la protección de María, Reina de las misiones, Madre y Maestra que siempre nos acompaña, y bajo la inspiración de Santa Teresa del Niño Jesús y San Francisco Javier, patronos universales de las misiones”.