Entre el budismo y el catolicismo: la vocación de un Misionero del Sagrado Corazón

  • On 19 de diciembre de 2017

OMPRESS-AUTRALIA (19-12-17) El periódico católico del sur de Australia The Southern Cross publicaba cómo se desarrolló la vocación del padre Krish Jon Mathavan, un Misionero del Sagrado Corazón, ordenado sacerdote recientemente. Educado como budista y como católico, su vocación surgió viviendo ambas tradiciones.

Nacido en Singapur hace 41 años, el padre Krish creció como católico, por la fe de su madre que lo llevaba cada domingo a misa, y, como budista, por su padre que lo llevaba al templo y a clases de dharma.

“Tuve una formación religiosa muy equilibrada”, decía el padre Krish tras su ordenación en noviembre como Misionero del Sagrado Corazón, en la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en la localidad australiana de Henley Beach, en la que ahora trabaja como coadjutor.

El padre Chris McPhee, provincial en Australia de su congregación, los Misioneros del Sagrado Corazón, expuso antes de su ordenación, la labor como religioso del padre Krish: asistencia pastoral en las cárceles, apostolado entre las comunidades aborígenes del Territorio del Norte y su ministerio en el Stella Maris Seafarer’s Centre, en Melbourne, todo mientras, por su propia iniciativa, completaba sus estudios en el Peter MacCallum Cancer.

El padre Krish admitía que el camino de discernimiento no siempre estuvo claro e implicó el desafío “de encontrar mi identidad”, y encontrar “la voz de Dios en el silencio”. Su vocación surgió tras participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney en el 2008, que le llevó a vivir un retiro espiritual en Sydney. “Tras ocho días, algo maravilloso ocurrió, y tuve una experiencia verdaderamente profunda del amor de Dios”, decía. Esto le llevaría a dejar su trabajo como investigador en un laboratorio de genética.

Ahora espera ser “un pastor con olor a oveja”, y “saber cómo amar y servir a Dios y a la gente confiada a mi cuidado”. El padre Krish, a quienes están pensando en la vocación sacerdotal o religiosa, les anima a “abrazar el silencio y a escuchar la voz de Dios, a correr el riesgo de enamorarse, sólo hay que probarlo. No hay perder con Dios, y todo que ganar”.

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