Bautizada, consagrada y enviada, una misionera ante la celebración del próximo octubre

  • On 17 de junio de 2019

OMPRESS-COLOMBIA (17-06-19) La hermana Mª Jesús Melón Pacho, de la institución Carmelitas Teresas de San José, escribe desde Colombia a la Delegación de Misiones con motivo del Mes Extraordinario Misionero del próximo octubre. Parafraseando el lema de este acontecimiento misionero, Mª Jesús se siente “bautizada, consagrada y enviada”:

“Nací en Matadeón de los Oteros, en el seno de una familia cristiana labradora. Mis padres Silicio y Baudilia, mis hermanos Ma. Soledad, Bernardo Miguel y Eliecer (sacerdote); cuñados Vicente Martín y Laura Sanz; sobrina Alicia Melón Sanz. Mis padres confiaron siempre en mí, al ser la hija mayor, por lo que crecí asumiendo responsabilidades sencillas, que luego me servirían en la misión como religiosa. La familia ha sido y es mi soporte en este camino de vida elegido.

Orientada por el sacerdote del pueblo, D. Emigdio Magdaleno, a temprana edad fui a estudiar interna al Colegio Santa Teresa de Mora de Ebro, dirigido por las Hermanas Carmelitas Teresas de San José. La formación recibida y el testimonio de las Hermanas me llevaron a optar por ser religiosa, sabiendo que Dios se vale de personas para indicarles el camino a seguir. Conté con el permiso de mi madre, que bastante le costó, pues mi padre había fallecido en 1963, justo el año que me fui interna.

Pasé por las etapas formativas del aspirantado en Lérida, postulantado y noviciado en Barcelona, Juniorado en Lérida y Santurce. A través del proceso formativo me fui identificando con el ideal de seguir a Jesús como Carmelita Teresa de San José, proceso que me ha permitido vivir los destinos, los cambios de una comunidad a otra, de un país a otro, con apertura, gratuidad y espíritu misionero.

En junio del año 1973 fui destinada a Bogotá (Colombia). Tenía 22 años. La novedad de la juventud, el espíritu de servir, de aprender, de hacer bien aquello que me encomendaban me ayudó a valorar el lugar, la gente y la misión que se me confiaba.

He permanecido en Colombia hasta ahora, con un receso de seis años en España. Puedo afirmar que en este país me he realizado como mujer consagrada, como educadora y como evangelizadora en y desde la Congregación de la que formo parte. Su carisma: ‘Configurarnos con Cristo en su misterio de anonadamiento e infancia espiritual’; su misión: ‘Extender y consolidar el Reino de Dios, mediante la evangelización y la práctica de diversas obras de misericordia’, me han acompañado y me acompañan en mi discipulado misionero.

En tantos años de misión en Colombia, he aprendido que todos, como hijos de Dios, en las situaciones que nos encontremos, tenemos algo que ofrecer y algo que recibir de los demás. Por eso he apostado por acoger incondicionalmente a las personas y por ofrecer aquello que en mí es don y que puede ayudar a los otros a ser y a salir de sus situaciones límite. La escucha atenta, la palabra pronta y la ayuda oportuna son los elementos que más he utilizado para llegar a los demás.

He pasado por varias ciudades colombianas llevando el mensaje de Dios: Bogotá-Colegio El Carmen Teresiano, evangelizando desde la educación, la pastoral educativa y parroquial. El Zulia (Norte de Santander-Colombia), evangelizando desde la educación en escuela oficial y desde la pastoral parroquial rural. Cúcuta-Colegio El Carmen Teresiano, evangelizando desde la educación, pastoral educativa y juvenil. Medellín-Noviciado, acompañando la formación de las futuras Carmelitas Teresas de San José y apoyando la pastoral parroquial en zonas marginales. Actualmente me encuentro en Bogotá-Casa Provincial prestando el servicio de Provincial. Acompaño a las Hermanas y a los Laicos que forman parte de las Fraternidades Carmelitanas.

La sensibilidad frente al que sufre, el programar acciones que faciliten la transmisión del mensaje cristiano, el acompañar la evangelización educativa y/o pastoral con el testimonio de vida, unido a trabajar en equipo y acogiendo las propuestas diocesanas, parroquiales y congregacionales en la transmisión de la fe, forman parte de mi actuar misionero.

Por todo ello doy gracias a Dios. Pues mi fe se ha fortalecido; mi compromiso misionero me ha proyectado como mujer consagrada, educadora, pastoralista, con entrañas de misericordia, atenta al necesitado; mi formación religiosa ha sido iluminada por la teología latinoamericana y por las directrices eclesiales que llegan a todo hombre en su proceso de liberación y transformación. ¡Bendito sea Dios que así bendice a los que confían en Él y actúan en su nombre!”.

 

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