Antonio Martín de las Mulas, misionero y poeta
- On 18 de diciembre de 2018
OMPRESS-NUEVA YORK (18-12-18) La pasada semana tenía lugar en el Instituto Cervantes de Nueva York la entrega XXXVIII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, que recayó en el poeta y misionero madrileño – nacido en Alcalá de Henares –Antonio Martín de las Mulas Baeza, por obra “Viernes Santo”.
Abogado de profesión, fue en 2015, cuando se trasladó a Medellín, Colombia, para dedicarse, como padre de familia, a la vida misionera. Es catequista de niños en uno de los barrios más desfavorecidos de la localidad de Bello, e igualmente forma parte del grupo “Reina de la Paz” de Medellín, vinculado a la espiritualidad de Medjugorje. Como poeta tiene en su haber varios reconocimientos, entre los que destaca el primer premio del XII certamen de poesía Rodrigo Caro en 2003. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas literarias y antologías.
La dotación de este premio es de 7.000 euros, además de la edición de la obra y una medalla conmemorativa. La obra ha sido seleccionada de entre 272 poemarios de 28 países. Como señalan desde la Fundación Fernando Rielo, de la obra “Viernes Santo” el jurado ha valorado cómo la voz del yo poético que el poemario expresa es la de Jesús en el Gólgota que, desde la altura de la cruz, divisa con perspectiva única la pequeñez del poeta, convertido ahora en el tú lírico. Desde esa mirada, el crucificado hace suya la situación del hombre, sus flaquezas y sus miedos. Hay una sensibilidad especial respecto de la soledad y el dolor humanos, que el poeta asume desde la disposición total del crucificado, que ya no es víctima inerte, sino obrador omnipotente para el que la cruz es trono, roca inexpugnable, altar salvador.
Un fragmento de este poemario:
“Oigo vuestras respiraciones,
estáis aquí conmigo respirando
en los huecos eternos de los aires,
las almas de los siglos y las noches sin dormir,
las largas descendencias asumidas,
estáis aquí conmigo
respirando.
Hoy muero por vosotros de esta forma,
atravesados somos,
también en esta altura de las respiraciones.
Esta es la respiración del Hijo del Hombre,
mi respiración de muerte en este campo abierto,
mi forma de vivir
en este cuarto lúgubre del mundo,
en esta vida
cuando uno llega a lo alto de la Calavera,
y ve;
cuando uno llega, expuesto al sol, erguido
en una cruz
sobre el monte interior de vuestras vidas
y ve,
y ve”.