Almudena Ríos, una joven misionera entre las tribus de Tanzania

  • On 6 de junio de 2025

OMPRESS-TANZANIA (6-06-25) Almudena llegó a Bunda, Tanzania, y se enamoró de este país, de esta diócesis y, sobre todo, de sus gentes. Esta misionera madrileña se encuentra como pez en el agua en esta diócesis tanzana, a orillas del Lago Victoria, con islas y una zona continental y en el que la evangelización contó con mártires como los de Uganda. En esta entrevista concedida a las Obras Misionales Pontificias muestra cómo es su misión y el entorno que la rodea, si le ha costado aprender el suajili o sobre cómo viven sus padres la separación de su hija misionera.

P: La llegada a Tanzania, las primeras impresiones y la pobreza.

La verdad es que desde pequeñita yo sí decía que quería irme a África. Creo que lo de misionera tampoco sabía lo que era, pero quería irme a África. Luego, las cosas de la vida que el Señor las pone. Un día se me dio la oportunidad de llegar allí a la diócesis de Bunda, en Tanzania. Hice como Julio César. Fui, vi y me quedé. No sé si vencí o no, pero me quedé. Estamos en la batalla. Llevo ya seis años. Antes de ir no tenía ninguna idea preconcebida. Oía la palabra Bunda y era como la sensación decir he encontrado mi hogar, sin saber de qué iba la película. Primeras impresiones cuando llegué a Tanzania. Lo primero que recuerdo es el calor. Al salir del aeropuerto, el bochorno, en Dar-es-Salam, que está al lado del mar. Recuerdo esa bofetada de calor y luego la sencillez. Íbamos del aeropuerto a Bunda. Eran como unas tres horas en coche y, claro, vas pasando por todos los pueblos. Simplemente ves cómo la gente lleva la cesta en la cabeza con la fruta. Las casas, que si las comparas con lo de aquí son pobres, para mí eran como la sencillez. No hay esa miseria que puedes ver en imágenes de África de otros países. Sí, pobreza y sencillez, pero no miseria. Era como serenidad para mí, que era un poco lo que espiritualmente llevaba tiempo buscando aquí, como que la vida en Europa es muy complicada. Que si quieres dar una catequesis que tienes que hacer un PowerPoint, entonces estás como cuatro horas perdiendo el tiempo en el PowerPoint. Allí te despojas de la tecnología, te pones en contacto de tú a tú con la gente. El primer recuerdo de llegar y empezar a ver dónde voy a estar, que tiene su lado positivo y su lado negativo, porque falta un poco de visión, previsión. Para el tema del desarrollo, eso es malísimo. Y luego tiene su lado positivo, confiar en que voy a recibir lo que necesite para el día de hoy.

Nosotros tenemos un baremo de lo que es riqueza y pobreza, que allí es diferente. Puedes llegar y ves una casa de barro con el tejado hecho de de uralita y dices fíjate qué pobres son. Y yo lo estoy viendo y digo tiene una casa estándar, el tipo de casas que se hacen aquí. La casa es para dormir, o sea, nunca es un sitio en el que estar. Incluso las cocinas están siempre fuera de la casa. Veo una casa estándar que tiene dos habitaciones y salón. Y al lado veo que tiene un trozo de huerta y cuatro cabras y dos gallinas. Digo, esta persona no es pobre, tiene lo que necesita. Es importante que dejes un poco de lado el baremo. Y hago el mismo trabajo a la inversa cuando mandamos seminaristas a estudiar aquí a Europa, a España o Italia. Ellos tienen una mentalidad de lo que es Europa, de lo que es la riqueza. Por ejemplo, ver un edificio de pisos para ellos, esto es riqueza, esto es lujo. Mientras que tú llegas aquí a España y sí, hay pisos de lujo. Pero en líneas generales el piso es la vivienda de la persona normal. El que ves que tiene un chalet dices este tiene dinero porque se ha podido comprar el terreno, se ha construido una casa para él solo. Para ellos también es algo que les rompe los esquemas. Entonces sí que intento hacer un poco como de puente. Los que vienen de España o de Europa, intentar hacer un poco de de parachoques. Y a los que mandamos de allá para acá también intentar que vean la realidad como es, no como la piensan.

P: La situación de pobreza en Bunda.

No puedo hablarte de África, de Tanzania te puedo hablar un poquito. Lo que conozco es Bunda, que es donde vivo, una zona rural. Es lo que lo que conozco en esta zona. En esta zona no he visto miseria hasta ese punto de decir de alguien que tema la desnutrición, o gente que a lo mejor en todo el día no tenga absolutamente nada que comer. Allí no lo he visto. Sí que hay muchos problemas de malnutrición. La comida base allí se llama ‘ugali’, que es una masa de harina cocida que sacia y llena muchísimo. Por lo menos eso sí que lo has podido comer y al final es harina. Lo que sí voy a tener es problemas de malnutrición, me faltan proteínas, me faltan vitaminas. Pero no es que no tenga absolutamente nada que llevarme a la boca.

P: La evangelización y las tribus de Tanzania.

En cuanto a la realidad de la evangelización allí en Bunda. La mayoría es cristiana, pero ahí metemos católicos, metemos protestantes, metemos adventistas, luteranos. Hay como mucha mezcla. Nuestra diócesis tiene dos realidades muy diferentes. Una son las islas y otra, la parte continental. Las islas son católicas hasta el tuétano. Es donde llegaron los primeros misioneros. Celebramos, en el 2021, 125 años de la llegada de los primeros misioneros a la diócesis. Estamos relacionados con los mártires de Uganda. Una de las hijas del Rey se casó con el catequista Cirilo, que estaba evangelizando en Ukerewe. Tenemos 30 supuestos mártires. Estamos queriendo llevar la causa a Roma para que nos reconozcan a los mártires de Ukerewe.

Hace falta una evangelización de arraigar bien la fe, porque también está un poco cogida con pespuntes, pero la gente de presenta como católica. Cuando el obispo va a las visitas pastorales en una ronda en una parroquia, mínimo 400 personas en confirmación, que incluso tuvo que poner un límite de que no le pusiesen más de 250 personas por día. Tuvo un día que tuvo 700. Ese día creí que nos iba a dar algo. Y bueno, es que hay niños, hay muchísimos, mucha gente. Luego la parte continental es una parte que llegaron primero los misioneros protestantes, y luego también hay que tener en cuenta las culturas tribales, también. En Tanzania hay 123 tribus reconocidas. Cada tribu es un mundo, tiene su cultura, su costumbre. Por ejemplo, en Ukerewe, la tribu Kara es monógama. Eso para el tema de la evangelización ayuda mucho. Mientras que en la parte continental, la tribu predominante es la tribu Jita y la tribu Sukuma, que son tribus polígamas. Ahí arraiga mejor el Islam y sectas protestantes que son un poco más laxas. Entonces, a la hora de evangelizar, tienes que tener en cuenta que sí, este es tanzano, pero de qué tribu. Porque si de tradición ancestral, lo que está bien visto es la poligamia, meter aquí el catolicismo es muy complicado. Y puedes tener gente en la parroquia que a lo mejor es el director del consejo pastoral que, a lo mejor, no está bautizado. ¿Por qué? Porque es polígamo. A nivel pastoral es un reto.

P: La inculturación y el aprendizaje de la lengua.

Desde luego lo primero que hay que hacer como inculturación es la lengua. No simplemente porque es el vehículo para comunicarte con la gente. Desde mi punto de vista, una lengua implica una forma de entender el mundo, de entender la relación con las cosas, de entender la relación entre sí. Con lo cual aprender la lengua te va a ayudar a comunicarte con la gente, pero también a entender cómo ven las relaciones.

Bueno, tengo que decir eso como facilidad, que creo que influye, he estudiado latín, he estudiado griego, he estudiado hebreo. Aunque son lenguas que en principio no tienen nada que ver con el suajili, sí que tienes un bagaje de lo que significa aprender una lengua y una estructura gramatical en la cabeza. Entonces meter otra lengua es como ordenar simplemente la estantería, hacer sitio para otra cosa.

El suajili, como curiosidad, es una mezcla de lenguas bantúes con el árabe. Y en el español, por la influencia musulmana que tuvimos durante ocho siglos, tenemos mucho vocabulario árabe. Hay muchas palabras que cuando te haces al oído y las entiendes, sí que se parecen. La estructura gramatical es bantú 100%, pero el vocabulario, mucho vocabulario, es árabe. Nosotros decimos fulanito, cuando queremos decir un hombre cualquiera, ellos dicen fulani. Hay vocabulario que se parece. Entonces lo que hice, porque no tenía dinero para irme a una escuela a que me enseñasen suajili, era tener un cuadernito que te metes en el bolsillo. Todo lo que iba escuchando durante el día en el mercado con los niños, me lo iba aprendiendo por la noche, y al día siguiente intentaba usarlo. A la semana de llegar, en una ordenación sacerdotal, me dijeron que leyera la primera lectura. Me la leí sin saber, pero, a las tres semanas más o menos, aunque cometía errores gramaticales, ya sí que me daba para entender lo me estaba diciendo la gente y hacerme entender. Mi nombre, Almudena, les costaba mucho pronunciarlo. El tema de la L y la R no la diferencian bien. Los niños empezaron llamándome Elena. Luego los adultos dijeron esto es complicadísimo, no hay quien se aclare. Entonces me bautizaron con el nombre de Ñakuesi, un nombre de la tribu Kara. Conocemos los Masai, pero ya digo que allí hay muchas tribus. Donde yo me muevo, la mayoría es Kara, Kerewe, Jita, Sukuma… son las tribus mayoritarias. Es un nombre de la tribu Kara, que es el nombre que dan a las niñas que han nacido en Noche de Luna llena. Las llaman Ñakuesi, que significa, literalmente, ‘de la Luna’, con esta vinculación a la luna llena. A mí me lo pusieron por ser blanca.

P: El trabajo concreto en Bunda.

Mi trabajo principal en Bunda desde el 2021 es ser secretaria del obispo de Bunda. He estado en estos tres años, hasta el 2024, ayudándole directamente en la oficina, acompañándole en los viajes pastorales. El año pasado me dijo que necesitaba que estudiase para poder, digamos, subir de nivel, mejorar la forma de ayudarle. En la diócesis, como os he comentado antes, falta un poco visión de futuro, de proyectar desarrollo, problemas económicos. Me pidió a alguien de confianza que me ayude en la parte administrativa, que es verdad que tenemos que evangelizar y anunciar al Señor, pero hay que hay que comer también. Entonces me ha pedido que estudie administración de empresas y he empezado en noviembre del año pasado, ya estoy, estoy recién empezando. La gente es consciente que recibimos ayudas. Siempre que recibimos ayuda, se lo comunicamos a la gente y, efectivamente, desde Obras Misionales recibimos mucha ayuda.

P: La familia y la separación.

¿Cómo lo lleva mi familia? Se lo tendrías que preguntar a ellos porque hay veces que la procesión puede ir por dentro. A nivel externo y cuando hablamos yo les veo bien. ¿Por qué? Porque a mí me ven bien. A ver, los padres son siempre los padres, aunque tengas 50 años, que no los tengo todavía. La preocupación es normal, porque estoy muy lejos. Las condiciones de vida de allí no son las de aquí, entonces yo creo que hay un nivel de preocupación normal, a lo mejor como el que pueden tener por todos los hijos y un poco añadido porque estés en la otra punta. Estoy en el hemisferio sur, en la otra punta del mundo. Pero creo que están contentos, sobre todo porque a mí me ven contenta. Aunque estuviese aquí cerca, en Madrid, como estaba, si ven como que no termino de encajar, como que la vida no termina de salir adelante, estarían más preocupados. Allí me ven que estoy feliz porque estoy como un pez en el agua. La verdad sea dicha, estoy muy feliz en la misión. Yo creo que eso les sirve para estar tranquilos.

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