Al encuentro de los que sufren en el país más pobre de la tierra

  • On 25 de febrero de 2020

OMPRESS-NÍGER (25-02-20) El misionero aragonés Rafael Marco escribe contando la situación en que se encuentran los misioneros. Misionero en Níger, es miembro de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) como lo es Pier Luigi Maccali, el misionero secuestrado en septiembre de 2018 en la vecina Nigeria, y que todavía hoy sigue en manos de sus captores.

“Hace unos días tuvimos un encuentro en Niamey los miembros de la Sociedad de Misiones Africanas del Níger, dos italianos, dos indios y dos españoles con el vice-superior de la provincia, José, y no para un chiste sino para examinar juntos la situación del país y nuestro trabajo misionero. Es una alegría volverse a ver. Estos encuentros tienen siempre algo de festivo por los recuerdos, por la fraternidad… y brindamos: ¡Salud y bendición!

Georges y Dass, los indios, vienen de Dogon Dutchi, los más jóvenes y sonrientes. Mauro es el que nos acoge, intelectual y escritor con aire rebelde y poeta desde donde nos expresa sus análisis puntiagudos. Vito está por llegar de Italia, le tocó vivir trances difíciles como a Dass con el secuestro de nuestro compañero Pier Luigi, y nosotros dos, Isidro y yo que llegábamos de Gaya traqueteados por una ruta infame que nadie quiere arreglar.

La mesa estaba puesta y hemos brindado por Pier Luigi, por su liberación, y por nuestras comunidades, vivas que ofrecen vida. Cada uno habla de las suyas, de sus actividades, proyectos de futuro y constatamos que la violencia y amenazas no las han debilitado sino fortalecido en su fe e identidad. Pero es verdad que la amenaza sigue pendiente y habrá que tomar medidas de precaución. Que seglares asuman más responsabilidades dentro de la comunidad y que hay que estar alerta.

Recibimos la visita de tres personajes relevantes de la sociedad: el embajador de Italia en Niamey, el responsable de la seguridad de las comunidades cristianas de Níger y un miembro cualificado de la oposición al gobierno actual. Nos han hablado del país, claro, cada uno desde su función social y su punto de vista, muy diferentes los unos de los otros, que nos dejaba una sensación de inconsistencia y liquidez, como de arena que fluye entre nuestros dedos. Nadie sabe el fondo del problema o no sabe comunicarlo.

Es como un mundo de arena. Estamos en un mundo de arena donde nada queda como referencia, con peso y solidez, todo fluye según los vientos, la fuerza del sol o los intereses. Me recuerda unas palabras de Mauro: ‘La preciosa arena del Sahel puede convertirse también en moneda local. El oro, las cebollas de Níger, las ONG, los proyectos sin terminar, las conferencias sobre desarrollo, los cursos de recuperación y los planes quinquenales rescindidos… los discursos de los políticos o la oración matinal desde los alminares que corren el riesgo de convertirse en arena antes de subir al cielo’.

Un mundo difícil de comprender y gestionar como aquello que leía en España sobre ‘el pensamiento y mundo líquido’ antes de venirme a África, una nueva manera de pensar a la moda, fuera de toda estructura, la era de la post-verdad, que nos lleva al egoísmo total. Dos mundos que parecen enfrentados y líquidos.

Entonces, ¿qué pintamos nosotros, mensajeros de la buena noticia? Es de lo que hablamos entre discusiones, experiencias y buen humor. No inventamos el mundo mundial, ya está hecho; hacia el final a Mauro se le ocurre decir: ‘Habrá que ser más humildes y discretos. ¿Todavía más?’. Nos reímos, porque es verdad y porque lo nuestro seguirá siendo los caminos al encuentro de los más pobres o de los que sufren en el país más pobre de la tierra como lo hizo Jesucristo. Y después de la Eucaristía me despido porque me voy a la ordenación de Roberto Carlos. Salam Aley-koum”.

 

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