Agua en el desierto: las ayudas del Domund a la diócesis de Lwena
- On 4 de octubre de 2024
OMPRESS-ANGOLA (4-10-24) El obispo misionero de Lwena, Angola, Mons. Martín Lasarte cuenta en una entrevista lo que significan para su diócesis las ayudas que envían las Obras Misionales Pontificias, “agua en el desierto”. La diócesis cuenta solo con 35 sacerdotes para una extensión igual a media España.
A la diócesis de Lwena se le conoce como la estepa de Angola. Es una región muy extensa –con nada menos que 223.000 km2, prácticamente media España–, y que tuvo la desgracia de ser el epicentro de la guerra civil que asoló el país hace 20 años, de la que todavía hoy se sufren las consecuencias. Hay zonas minadas, ruinas y edificios destruidos, familias desestructuradas. En esta inmensa región solo hay un 10% de católicos frente al 40% de la media nacional. Es una zona con cerca de 100.000 niños literalmente fuera del sistema educativo, con muchas regiones sin acceso a agua potable, donde se sufren enfermedades como la lepra… su gran extensión acoge una cultura muy variada, con hasta ocho lenguas locales.
El obispo de esta diócesis es un misionero salesiano uruguayo, monseñor Martín Lasarte, que lleva 34 años en el país africano. Desde hace un año pastorea la diócesis de Lwena, que cuenta con tan solo 35 sacerdotes y 50 religiosas para llevar el Evangelio hasta los remotos lugares donde hay comunidades cristianas, algo que resultaría muy difícil sin el apoyo de los catequistas nativos. “Con los medios que tenemos hacemos lo que el Señor nos concede realizar”, explica monseñor Lasarte en la entrevista concedida a las Obras Misionales Pontificias. Muchas veces tardan días para llegar a comunidades lejanas, donde a lo mejor no ha pasado un misionero en cinco años. Otras veces atraviesan el río en canoa, con una moto dentro de la barca para poder seguir el camino cuando llegan a la otra orilla, dado que no hay otra forma de desplazamiento. Y es que estamos en la región del Zambeze y del Lungué-Bungo, y en el de la vasta sabana.
Según explica monseñor Lasarte, la Iglesia en Lwena lleva adelante una enorme labor social, principalmente a través de la educación, con 17 escuelas para 18.000 alumnos, y un programa de alfabetización para niños que están fuera de los programas educativos. También se ofrece atención sanitaria en cuatro centros de salud, y proyectos de pozos para ofrecer agua potable a las personas. Además se trabaja en favor de los derechos humanos, especialmente de los más débiles, ante prácticas ancestrales como la hechicería.
Más allá de este trabajo social, que sin duda muestra el amor de Dios, la diócesis de Lwena anuncia a Cristo por todos los medios posibles. “Las necesidades no son solo materiales, son espirituales”, afirma monseñor Lasarte. Y cuenta una anécdota para ilustrarlo: una vez, en un campo de refugiados, uno de los jefes al que le habían entregado comida para un mes, les decía que seguían teniendo hambre, pero no del estómago sino del corazón.
Para seguir adelante con esta evangelización, cuentan cada año con las ayudas de las Obras Misionales Pontificias, a las que califica de “agua en el desierto”. “Hay muchos proyectos sociales para los que uno puede encontrar una ayuda. Pero cuando se trata de formar seminaristas, construir Iglesias, formar a los catequistas, ayudar a la Evangelización… no es fácil”, reconoce el misionero. “Para ello ciertamente la gran puerta que golpeamos y que nos ayuda con enorme generosidad es OMP”. Reciben apoyo para construir y reconstruir iglesias, traducir la Biblia a lenguas locales, ofrecer apoyo a los niños… Pero lo más preciado es el dinero que reciben por parte de la Obra de San Pedro Apóstol, que beneficia a 140 seminaristas que se están formando, y que son la gran esperanza de la diócesis. “Sin este apoyo, directamente tendría que cerrar los seminarios”.
El misionero uruguayo anima a todos a seguir rezando por ellos, y a seguir colaborando económicamente con las Obras Misionales Pontificias, con el Domund y con las demás campañas que llevan adelante. Pero, sobre todo, anima a que haya nuevos misioneros y jóvenes voluntarios allí. “Es un lugar de mucha esperanza, lo que se precisan son brazos, misioneros”.
La entrevista completa se puede ver aquí.