60 años en una parroquia de Papúa
- On 28 de mayo de 2024
OMPRESS-PAPÚA NUEVA GUINEA (28-05-24) El misionero Casimir Niezgoda, de los Misioneros del Verbo Divino, no pudo participar el año pasado en la celebración de los 75 años de la llegada del Evangelio a la provincia de Enga, en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea. Hoy descansa en paz, tras casi 60 años de labor misionera en una misma parroquia. Es la misma zona donde, desgraciadamente, tenía lugar el deslizamiento de tierras que llenaba de dolor a tantas familias el pasado viernes en las aldeas de Yambali y Kaokalam. Una tragedia para la que se necesitará ayuda a largo plazo.
Nacido hace 90 años en Pszczyna, Polonia, el padre Casimir fue ordenado sacerdote en 1960 y celebró sus 60 años de sacerdocio en 2020 en su querida parroquia de Par en la diócesis de Wabag, en la provincia de Enga, en 2020. Había llegado a estas tierras en 1968 y en ellas se quedó como sacerdote en la parroquia de Par durante 56 años, salvo una breve estancia en Bougainville, en las Islas Salomón, durante la crisis que atravesó Papúa Nueva Guinea en los años noventa.
El misionero Gerardus Alfonsus Maria SVD, conocido como el padre Jerry Bus por la gente de Enga llegó en 1948. Fue el pionero de la evangelización en esta zona a la que, en aquel entonces, la mejor manera de llegar era en avioneta. A este Misionero del Verbo Divino siguieron muchos más, que fueron extendiendo la labor misionera, desde esta pequeña población a otros lugares: Kompiam, Maramuni, Wale Tarua… Algunos de estos misioneros descansan en el cementerio que se construyó detrás de la Parroquia de Par. Allí descansan sus restos junto a los de los sacerdotes locales que también fueron decisivos en la evangelización. Hoy lo que comenzó como una parroquia en una remota zona montañosa de Papúa Nueva Guinea, es la diócesis de Wabag, con 80.000 católicos y 18 parroquias. La diócesis lleva adelante 64 escuelas primarias, tres centros de capacitación profesional, cinco centros sanitarios y una clínica. Cuenta con 20 sacerdotes locales con 16 seminaristas. Las 22 hermanas que trabajan en la diócesis son decisivas en el día a día.
El paso de una pequeña misión a lo que hoy es una diócesis en crecimiento lo vivió en primera persona el padre Casimir. En el funeral que tuvo lugar al día siguiente de su fallecimiento, en el Domingo del Buen Pastor, en la misma parroquia donde sirvió tantos años, todos los fieles recordaron su legado de fe, compasión y compromiso inquebrantable con la comunidad. Hoy sus restos descansan también en el cementerio situado detrás de la parroquia.
El Papa Francisco ha recordado en varias ocasiones que el cardenal brasileño Claudio Hummes le contaba lo que hacía al llegar a un nuevo lugar en la Amazonía. El cardenal iba directamente al cementerio y veía multitud de tumbas de misioneros y misioneras que se habían consumido allí, quemando sus vidas en aquella tierra. Y pensaba: estos son todos santos, todos están ya con el Señor: “Podrían ser canonizados todos. Muriendo en aquellos lugares, han sido plantados en aquella tierra como semillas”.