101 años de fidelidad al Señor
- On 25 de abril de 2024
OMPRESS-KENIA (25-04-24) El pasado 14 de abril fallecía en Kenia a los 101 años el padre Antonio Bianchi. Ha vivido 69 años en el país africano y el recuerdo que deja este Misionero de la Consolata es su amor a la Eucaristía y su pasión por ayudar a los demás. Era conocido como Guka, “abuelo”. Falleció mientras dormía en la Casa Regional de la Consolata en Westlands en Nairobi.
En la homilía durante la misa de funeral del misionero, que habría cumplido 102 años el 13 de junio, el obispo de Maralal y también Misionero de la Consolata, Mons. Hieronymus Emusugut Joya, señaló que el padre Bianchi había sabido mostrar el secreto “para pelear la batalla de la fe y permanecer fiel hasta el fin en nuestra vocación y ministerio”. El secreto “fue el amor al pueblo sin segregación. Su segundo secreto fue el amor a la Eucaristía. El padre Bianchi, incluso en el hospital, no podía pasar sin el Santísimo Sacramento. Construyó su vida en la Eucaristía”.
El padre Bianchi nació el 13 de junio de 1922 en Verbania, a orillas del lago Maggiore, en el Piamonte italiano. A los 17 años se unió a los Misioneros de la Consolata. Se ordenó sacerdote el 15 de agosto de 1945. Llegó a Kenia en 1955, a la edad de 33 años, cuando el país luchaba por su independencia. Inicialmente había sido destinado a Ngandu, Murang’a, en ese momento un terreno activo volátil de los combatientes Mau Mau, pero más tarde fue reasignado a Ichagaki en Murang’a. En 1956 regresó a Ngandu, donde su mayor contribución fue la educación de las niñas, que hasta entonces había sido ignorada, con el establecimiento de una escuela secundaria para ellas, la actual Bishop Gatimu Ngandu Girls High School. Aprendió el idioma local agikuyu lo que le ayudó en su labor pastoral cuando fue enviado a la región central de Kenia, a la parroquia de Rumuruti en la diócesis de Nyahururu y, después, la parroquia de Makima en la diócesis católica de Embu.
En una ocasión declaró que “un sacerdote es sacerdote porque crece con su pueblo. No solo las oraciones, no solo las actividades religiosas, cada una de sus actividades tiene como objetivo perfeccionar la vida de la gente”. Por eso se alegraba de que Kenia, a pesar de los desafíos del tribalismo y la corrupción, durante los largos años que pasó acompañando al pueblo keniata hubiera prosperado y crecido.