100 aldeas y un misionero jesuita que se inspiró en Gandhi
- On 27 de junio de 2024
OMPRESS-INDIA (27-06-24) El padre Michael Anthony Windey (1921-2009) unió los ideales de Ghandi y los valores evangélicos para fundar la Village Reconstruction Organization (VRO), una organización no gubernamental cuyo lema la define: “Mejores aldeas para un mundo mejor”. Este misionero jesuita belga fundó VRO en 1971, y desde entonces se han construido 100 aldeas y 28.000 casas para comunidades tribales, dalits y pobres, sin tener en cuenta su religión. Según informa la Compañía de Jesús, VRO opera en la actualidad en Andhra Pradesh, Telangana, Orissa y Tamil Nadu.
El misionero, que dedicó toda su vida a la India rural, veía el programa de construcción de cada villa como un largo proceso de unos 25 años, en el que, como los niños, algunas aprendían y avanzaban, más rápido que otras, en parte al lograr que hubiera más unión y colaboración entre quienes viven ellas. El objetivo no es simplemente proporcionar una casa, sino también construir un hogar y una comunidad, buscando capacitar a jóvenes y adultos con medios de vida que les permitan afrontar un futuro compartido y con esperanza.
La batalla iniciada por Gandhi en 1915 condujo a la independencia de la India al final de la Segunda Guerra Mundial. El precio de la independencia de la India fue muy alto: divisiones, deportaciones, masacres, violencia sin precedentes, además de gran pobreza. En aquellos años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el padre Windey trabajó como misionero en varias zonas de la India; primero en Bombay, luego enseñando en el Estado de Bihar, en el St. Xavier College y, después como profesor de Sociología en la Universidad de Ranchi. También estuvo en el Estado de Darjiling, en las faldas del Himalaya, para pasar después al extremo sur del subcontinente, a Kodaikanal, Tamil Nadu, donde concluyó su preparación como jesuita y pronunció sus votos en 1956. Continuó sus estudios en la Universidad de Allahabad y, durante un año, en La Haya, Holanda. Fundó después el Instituto St. Xavier en Ranchi, en el Estado de Bihar, y fue su primer director. Fue también, en ese período, director de escuelas, promotor de Congregaciones Marianas e importantes organizaciones católicas en el mismo estado. Fue durante el período de Bihar, hasta 1967, cuando entró en contacto con Jayaprakash Narayan, el famoso poeta indio, y trabajó en colaboración con él. En Ranchi conoció a Yogananda, uno de los más importantes maestros espirituales indios, que era profesor en la universidad. En 1971 fundó la Village Reconstruction Organization, que atesoraba toda su experiencia vivida y contacto con el mundo rural en los diversos lugares de la India en donde había vivido.
El padre Windey recibió numerosos reconocimientos, entre ellos, el Premio Gandhi. Detrás de la filosofía del trabajo de VRO están precisamente los siete principios gandhianos para el desarrollo rural, que van desde la toma de conciencia de que el verdadero agente de desarrollo es la comunidad (el primero) y el desarrollo como reto cualitativo (el segundo), porque, decía el misionero jesuita, hay que “hacer las cosas juntos mejor que antes, para que todos podamos compartirlas”. Eso lleva a la calidad de vida que abarca la salud, la educación, el empleo, las relaciones sociales, la seguridad, el medio ambiente, el paisaje y el patrimonio cultural. El auténtico desarrollo comunitario implica inclusión, participación y sostenibilidad (el tercero), y debe ser, en las zonas rurales, autóctono e integral (el cuarto), evitando imitar los estándares urbanos. Además hay que tomar conciencia que el desarrollo es crecimiento (el quinto) y es muy parecido al crecimiento biológico, surge orgánicamente y se extiende en varias direcciones y pasa por tres etapas: física, socioeconómica y de construcción de la comunidad. El proceso de desarrollo es además una reacción en cadena (el sexto) por lo que es bueno que las aldeas-núcleo estén situadas, a ser posible, a poca distancia unas de otras (aproximadamente 5,5 km). La formación de agrupaciones aumenta su eficacia operativa y reduce costes. Llega así a formarse una federación inter-aldeas. Finalmente, los servicios sociales exigen presencia (el séptimo). El animador de la VRO y el agente de cambio residen continuamente en la comunidad y comparten sus condiciones de vida. Así resulta mayor su compromiso y este es más evidente, ya que quienes habitan las aldeas sienten que a él también le afectan los éxitos y fracasos de la comunidad.